El mensaje que ha publicado el líder de los católicos iraquíes, el cardenal Sako,
Una propuesta verdaderamente renovadora para construir el futuro de su país
Madrid - Publicado el
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Cuando se cumple un mes de la histórica visita del Papa Francisco a Irak y ante las elecciones parlamentarias previstas para el próximo 10 de octubre, el Patriarca caldeo Louis Raphael Sako ha publicado un mensaje en el que auspicia un "Estado laico, fuerte y democrático" como forma de proteger la convivencia. Se trata de una perspectiva verdaderamente novedosa para todo Oriente Medio.
“Como ciudadano iraquí, confiesa el cardenal Sako, he vivido durante décadas la violencia, la devastación y las crisis que han sacudido a nuestra patria”. Para él, la tutela de los derechos de todos debe estar asegurada por un estado civil que no se opone a la religión, sino que la respeta. Un estado civil abraza todas las religiones, culturas, grupos e idiomas, administra los asuntos públicos de manera equitativa y protege contra los peligros. No interfiere en las opciones religiosas de sus ciudadanos ni basa su política en una determinada ideología dogmática, sino que respeta el principio inviolable de la libertad de conciencia, según el cual un ciudadano puede ser cristiano, musulmán o de otra religión.
El cardenal explica que su propuesta es coherente con las orientaciones del líder chiíta, el gran ayatolá Ali al-Sistani, con quien se entrevistó el Papa, que postula un estado respetuoso de la independencia del ámbito religioso, donde los líderes religiosos constituyan un elemento capaz de ofrecer consejo y orientación a la patria. La fe, continúa el líder cristiano más importante de Iraq, establece una relación viva y vertical con Dios y une a los seres humanos.
Su santidad debe ser respetada, no politizada ni distorsionada. “Tenemos la esperanza, concluye el cardenal, de que tras las elecciones de octubre el marco político se oriente hacia la adhesión al orden civil, no al sectarismo, en consonancia con el llamamiento de la suprema autoridad chiíta, el gran ayatolá Ali al-Sistani, para dar nueva vida al país".