La parroquia de La Paloma, afectada por la terrible explosión, vuelve a acoger una celebración
La parroquia madrileña vuelve a abrir sus puertas
Madrid - Publicado el
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La reapertura del templo supone un gran consuelo para toda la comunidad. Cuando se cumplían dos meses de la terrible explosión que dejó en ruinas los edificios parroquiales y obligó al cierre del templo, la madrileña iglesia de la Virgen de La Paloma volvió a acoger el día de San José la celebración de la Eucaristía. Su párroco, Gabriel Benedicto, dijo que “en medio del dolor San José ha trabajado silenciosamente, con corazón de padre, y nos ha reunido hoy en familia”.
El 20 de enero pasado el edificio colindante, que acoge las oficinas parroquiales y es lugar de reunión habitual de las 18 comunidades del Camino Neocatecumenal vinculadas a la parroquia, saltó por los aires al soltarse un conducto bajo la acera de la calle Toledo y entrar gas desde la calle. La explosión causó la muerte del sacerdote Rubén Pérez Ayala, de 36 años; de su amigo David Santos, padre de cuatro hijos, que se encontraba en el edificio; del albañil toledano Javier Gandía, que trabajaba en la zona; y de Stefko Ivanov, de nacionalidad búlgara, que pasaba por allí en el momento de la explosión.
A esta primera misa asistieron ciento cincuenta personas especialmente invitadas de todos los sectores sociales de un barrio para el que la Virgen de La Paloma es signo de identidad y orgullo. Las familias y amigos de las víctimas, comerciantes del barrio, alumnos del colegio y personas de la residencia de ancianos colindantes, recordaron juntos a todos los afectados. El padre Gabriel dijo que “Dios no es indiferente ante nuestro sufrimiento y sabe cuánto echamos de menos a Javier, a Stefko, a David, y a Rubén; por eso hoy nos ha convocado para consolarnos y darnos su fortaleza, la cual se manifiesta en medio de nuestra debilidad… Hoy de alguna manera, el cielo y la tierra se unen. Le pedimos al Señor que nos conceda paz y que podamos mirar siempre el dolor de los demás. Hoy todos somos parte de estas cuatro familias y hoy el Señor quiere consolarnos a todos”. Y al final realizó una petición especial a Dios: “que podamos mirar ahora con esperanza al futuro y que San José, que tuvo que abrazar una realidad que no había elegido, nos ayude a abrazar esta historia que forma parte ya de la historia de La Paloma, como punto de partida de una historia nueva, donde Él es capaz de abrir un futuro y de reconstruir algo que sea eterno”.