El sacerdote que ha dedicado sesenta años a servir en un territorio especialmente difícil como Argelia

Thierry Becker ha sido párroco de Arzew en Orán

El sacerdote que ha dedicado sesenta años a servir en un territorio especialmente difícil como Argelia

Redacción digital

Madrid - Publicado el

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El padre Thierry Becker pidió ser enterrado en la zona del cementerio de Orán reservada a la gente que muere en las pateras, sin identidad, a la que había dedicado sus últimos años. Llegó como seminarista a la ciudad argelina de Orán en 1957. Allí conoció a los Hermanitos de Jesús, de Charles de Foucauld, y la entrega de los sacerdotes y religiosas y religiosos de Argelia, y decidió unir su vida a este país.

Tras ser ordenado sacerdote en 1962, fue nombrado vicario de la parroquia de Tlemcen, mientras la mayoría de los cristianos abandonaban el país en pleno proceso de independencia. En aquella época sus superiores le enviaron al Líbano para aprender árabe, y conoció de primera mano gran parte de los países de la zona, desde Egipto a Afganistán, y las pequeñas comunidades cristianas repartidas por ellos.

Cuando regresó a Orán, dos años después, se le encargó celebrar las misas en árabe para los cooperantes sirios y libaneses presentes en el país. Más tarde sería nombrado Secretario General de la Enseñanza Católica en Argelia, teniendo a su cargo los colegios católicos que atendían a 40.000 alumnos, hasta que en abril de 1976 fue nacionalizada la educación privada y se tuvieron que entregar al Estado todas las instituciones.

Fue entonces cuando el padre Thierry se unió a la comunidad de Betania, y fue nombrado párroco de Arzew, en una zona industrial en construcción en la periferia de Orán. Allí había trabajadores de 63 nacionalidades distintas, y las misas se celebraban en inglés, francés, italiano, polaco e incluso tagalo. En 1990 el obispo le nombró vicario general y ecónomo de la diócesis. Durante la terrible época de la guerra contra el Grupo Islámico Armado le tocó vivir el secuestro y posterior asesinato de los monjes de Tibhirine, cuyo superior había sido su amigo desde la juventud. Y también el asesinato de su propio obispo, Pierre Claverie, ya declarado beato, cuyo impresionante funeral, al que asistieron 500 musulmanes, tuvo que organizar.

En el año 2000 pidió retirarse a la parroquia de Tiaret, en las montañas del Atlas, donde sólo había tres familias de antiguos europeos y a la que pronto llegaron estudiantes subsaharianos. A finales de 2007 se hizo cargo de la parroquia de la catedral de Orán y nunca dejó de cuidar especialmente de los presos, los enfermos y los inmigrantes. Ha fallecido a los 86 años con el rosario entre sus manos, tras expresar su agradecimiento a la Iglesia y al país a cuyo servicio dedicó los últimos sesenta años de su vida.

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