La significativa visita del Papa Francisco a una superviviente del Holocausto

El Papa dejó el Vaticano el sábado por la tarde para encontrarse con Edith Bruck

La significativa visita del Papa Francisco a una superviviente del Holocausto

Redacción digital

Madrid - Publicado el

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Por primera vez en varios meses, el Papa dejó el Vaticano el sábado por la tarde para pasear por encontrarse con Edith Bruck, una escritora hebrea de origen húngaro que ha pasado dos tercios de su vida en Italia. Francisco había leído una reciente entrevista suya en L'Osservatore Romano, en la que relataba el horror vivido por ella y su familia durante la persecución nazi, y se sintió muy conmovido. Pidió reunirse con ella y la visitó en su casa del centro de Roma. "He venido aquí, a su casa, para agradecerle su testimonio y rendir homenaje al pueblo martirizado por la locura del populismo nazi", dijo el Papa tras el encuentro. Francisco quiso repetir las palabras que pronunció en Yad Vashem, el memorial del Holocausto en Jerusalén: "Perdóname, Señor, en nombre de la humanidad".

Edith Bruck ha dedicado su vida a dar testimonio de lo que vivió en aquellos terribles días en que, junto a su familia, fue deportada al campo de Bergen-Belsen. Allí, algunos compañeros le pidieron que contara aquel horror: "Cuéntalo, no te creerán, pero si sobrevives, cuéntalo, incluso por nosotros". Y cumplió su promesa. Lo que llama la atención al leer la entrevista es la mirada de esperanza que Edith consigue transmitir. Incluso cuando relata los momentos más oscuros, no deja de fijar su mirada en algo bello y bueno, en algún atisbo de humanidad que le permitió seguir viviendo y esperando.

Por ejemplo, cuando en el gueto un hombre no hebreo regaló una carreta de víveres para ayudar a los perseguidos. O cuando cuenta su época de trabajo en Dachau cavando trincheras, y recuerda que un soldado alemán le tiró el cazo para lavar y en el fondo había dejado un poco de mermelada para ella. En otra ocasión, cuando describe su trabajo en las cocinas para los oficiales, una cocinera, le preguntó cómo se llamaba y al oír la respuesta de Edith le contestó que tenía una niña de su edad, y al contemplar su cabeza con el pelo recién crecido, sacó un peine del bolsillo y se lo entregó.

Edith tuvo la sensación de encontrar un ser humano frente a ella después de tanto tiempo, y ese gesto le comunicó esperanza. Como ella misma escribe, unos pocos gestos bastan para salvar el mundo. Son esos gestos los que han conmovido al Papa y le han llevado hasta la casa de esta superviviente de la Shoá, realizando también un gesto clamoroso en un momento en que el antisemitismo vuelve a despuntar en muchos lugares de Europa.

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