El trabajo y las preocupaciones de un agustino recoleto español a orillas del río Hudson

Los agustinos recoletos tienen encomendadas dos parroquias en Union City, en el estado de Nueva Jersey. El padre José Antonio Ciordia escribe desde la parroquia de San Agustín, ubicada frente a Manhattan, del que le separa el río Hudson. En su zona la vivienda es escasa y cara; el trabajo es duro y con frecuencia no está bien remunerado. Entre sus feligreses hay un fuerte componente de migración hispana.Los cubanos forman una comunidad compacta y activa, pero también han llegado familias de Santo Domingo, México, Colombia, Perú, Ecuador, Centro América… Advierte que el término ‘hispano’ no debe ocultar las peculiaridades de cada cual. Eso exige atención, cuidado y dedicación casi personalizada en la pastoral a las costumbres religiosas que cada uno trae de su tierra.

En su parroquia hay numerosos grupos apostólicos que viven con armonía admirable. Catequistas, Legión de María, Jóvenes ‘luz de Dios’, Renovación Carismática, Creciendo en la fe, Padres educando Padres, y otro muchos. Dice que no ha percibido ningún despunte de racismo o animadversión de un pueblo contra otro. El trabajo en la parroquia es realmente ‘católico’. La asistencia a Misa y a la catequesis es numerosa, pero lo que más preocupa a este agustino recoleto navarro es la falta de formación religiosa en muchos de sus parroquianos, especialmente niños y jóvenes, que parecen estar en otro mundo. En la catequesis es normal encontrarse con niños que no conocen el Padrenuestro ni saben hacer la señal de la cruz…

Se detiene con entusiasmo en dos actividades a las que se dedica especialmente. La primera consiste en dedicar una hora semanal, los miércoles, a la explicación y comentario de las lecturas bíblicas que van a aparecer en la celebración eucarística del domingo inmediato. Se ayuda a entenderla Palabra de Dios, a rumiarla y asimilarla para la celebración del Día del Señor.

La otra actividad que acompaña es el Encuentro Matrimonial Mundial, que le lleva a viajar a otros estados como Colorado, Oklahoma o Texas al servicio de ese movimiento que considera verdaderamente importante para los matrimonios y la familia, tan expuestos hoy día a su disolución y destrozo. No le falta trabajo a este misionero navarro, que concluye con un lema muy de su tierra: ¡Siempre pa'lante!”.