Schlichting: "Daba sonrojo ver a los diputados aplaudir de pie la ley de eutanasia, un poco de pudor, ¿no?"
Publicado el - Actualizado
6 min lectura
“¡Muy buenos días España!
Hay que ver lo que esta mañana ha costado que amaneciese. A las 8.30, las ocho y media, ojo, era de noche. Y es que estamos en lo más oscuro del año. El lunes es el solsticio de invierno, que inaugura oficialmente la estación y que será el día más corto del año. Apenas 9 horas y 18 minutos de luz natural, según datos del Instituto Geográfico Nacional. Por eso es hermosa una vela en esta época del año, porque da fuego y luz cálida cuando más la necesitamos. Y la Navidad viene acompañada de velas, que ya el jueves es Nochebuena.
Y Viene la Navidad con buenas noticias, porque el sábado próximo recibimos en España la vacuna de Pfizer, que empezará a ponerse el domingo mismo.
También es noticia de esta noche que el Gobierno americano ha aprobado la segunda vacuna, la de la empresa Moderna. A nosotros nos llega por ahora la de Pfizer, que viene de la fábrica de Bélgica y que será desplazada con convoyes con custodia militar y conservada en poliespán y bajo nieve artificial que garanticen más de 70 grados bajo cero. Cincuenta almacenes españoles, en lugares secretos para impedir sabotajes, está preparados para conservar y distribuir el producto, que comenzará a inyectarse a la vez en todas las autonomías.
Primero irán los ancianos de las residencias, el personal sanitario y las personas con altas discapacidades. Parece que sólo da cierto malestar, algo de fiebre y dolor en la zona pinchada, en los casos en que se produzca reacción, no en todos. El ministro es optimista y calcula que en verano habrá entre 15 y 20 millones de españoles vacunados. Aun así, no estaremos en la inmunidad de rebaño, que está en el 70 por 100, así que agarraos toda la temporada a las mascarillas y estas precauciones de distancia que nos dificultan la vida.
Y seguimos sin saber exactamente qué tipo de reuniones podemos tener en Navidad, con los problemas logísticos familiares consiguientes, mi pavo está que no sabe si este año va a ser devorado por la familia, porque hay cierto desorden nacional. Como Pedro Sánchez insistió en no asumir la regulación, cada comunidad está emitiendo sus normas y, por ejemplo, Madrid acaba de reducir de 10 a 6 los invitados en Nochebuena, Cataluña ha limitado a cuatro horas la apertura de bares y restaurantes y Castilla León ha cortado los traslados a la comunidad a la familia estricta. La consecuencia de no afrontar responsabilidades, por parte del Gobierno, es que hay desinformación y cierto caos.
Es grave la cosa porque las noticias de propagación de la enfermedad no son buenas desde el pasado puente de diciembre. Concretamente, la incidencia acumulada empezó a subir el día 9 y ahora está en 215 casos de media en España por cada 100.000 habitantes, a punto de llegar a los 250 que marca el nivel de alarma. De ahí que las autonomías nos estén apretando el cinturón. Y es que se prevé que, en dos semanas empiece a notarse el aumento en los ingresos en los hospitales, que es justo lo que queremos evitar, así que paciencia este año con las celebraciones.
No somos los únicos. Italia acaba de cerrar todo el país para Navidades. Estarán en pleno confinamiento otra vez. Sin salir más que para trabajar, con todo cerrado excepto lo esencial y sin permiso más que para una visita en los días de fiesta. No nos podemos quejar aquí.
El Gobierno está aprovechando para aprobar leyes polémicas
La cosa es que la epidemia nos condena a ver rebajados nuestros derechos esenciales, por ejemplo los de reunión o manifestación y, entretanto, el Gobierno está aprovechando para aprobar a matacaballo un montón de leyes polémicas, que manda narices. Entre ellas la Ley de Educación, que incluye la persecución a la enseñanza concertada, la educación especial y el castellano como lengua vehicular e idioma oficial. Con enorme coraje los ciudadanos se echan de nuevo a la calle mañana como pueden. En coche, por los centros de las ciudades. Ayer fue aprobada la ley en el Senado, sin aceptar ninguna de las enmiendas planteadas por la oposición. 640 enmiendas habían sido presentadas por todo tipo de partidos, ¿ninguna servía? ¿Todas eran malas? Estamos viviendo un auténtico rodillo en un momento en que la gente no puede defenderse. El 23 de diciembre, la víspera de Nochebuena, se aprobará la Ley Celaá.
Y, por supuesto, ya sabéis que se ha aprobado la eutanasia en España, de modo que las personas que lo deseen podrán pedir una substancia para quitarse la vida. Porque esto no es sedación, que está aceptada y aprobada. Es una substancia letal, un veneno, que nadie lo cuenta.
Se autoriza tanto la eutanasia a otros como el suicidio asistido, cosa que no existe en ninguno de los grandes países occidentales, Francia o Alemania por ejemplo, y que ha dado muchos problemas en Bélgica y Holanda.
En este último país, el Estado ofreció a los médicos, a poco de aprobar la ley, que contasen lo que practicaban en los hospitales y residencias a cambio de prometer que no los castigaría legalmente. El resultado del Informe Remmerlink, y os aconsejo que lo consultéis en internet, es que al menos tres mil personas morían en Holanda sin haberlo pedido y al menos 1.000 lo hacían en contra de su voluntad expresa. La razón no es que los médicos o parientes fuesen malos, sino que la ley contribuye a normalizar la idea de que mejor morir que prolongar el final de la vida.
En pie para aplaudir una ley que despenaliza la muerte de enfermos terminales
Daba mucho sonrojo esta semana ver cómo los diputados españoles partidarios de la ley se ponían en pie para aplaudir la aprobación. Como si estuviesen aprobando un subsidio para los más pobres o una nueva tanda de vacaciones.
No sé, un poco de pudor ¿no? La cosa se plantea como la reflexión de la persona que se piensa que si algún día se ve paralizado en una cama, o sufriendo, tiene que tener derecho a quitarse la vida. Pero no es tan simple. Como siempre, el problema acaba afectando a las personas más desvalidas. Porque al final de la vida somos dependientes. Y pensamos por ejemplo si somos una carga para los demás. ¿Qué libertad puede haber ahí?
La ley española no sólo despenaliza la muerte de enfermos terminales, sino la de los crónicos y graves. Como si ser tetrapléjico o tener ELA fuese una vida irrelevante. Menudos ánimos que te dan si te pilla la enfermedad.
Y, atención, también se autoriza a los enfermos psíquicos a quitarse la vida cuando no soporten más. Cualquiera que haya padecido una depresión alguna vez sabe de lo peligroso que es esto. En ABC señalan hoy su preocupación los psiquiatras, que se pasan la vida vigilando cuando algún paciente coquetea con el suicidio. La sociedad española de psiquiatría pide una revisión profunda de la ley. Pero no les van a escuchar.
No sé, hay un pánico cerval al momento de morir, como si fuese inevitable sufrir. Se ha tirado la toalla de extender y mejorar los cuidados paliativos. Vamos a hablar con dos personas que conocen bien este momento de la muerte".