Schlichting: “Gran avance de Irene Montero: cambiar Instituto de la Mujer por Instituto de las Mujeres”

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Cristina L. Schlichting

Publicado el - Actualizado

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“¡Muy buenos días España!

8 de noviembre y van cediendo las lluvias y bajando las temperaturas. Veinte grados va a ser, más o menos, la media de máxima en toda España. Veintiún grados, por ejemplo, alcanzarán en Sevilla y Bilbao (en la dos puntas de la península) y 12 de máxima en Ávila. La semana va a ser menos húmeda que la pasada pero aprovechad, porque el próximo finde llueve de nuevo, ya lo advirtió ayer aquí Jorge Olcina.

El virus está estable en Cataluña y a la baja en Madrid. Los confinamientos por barrios aplicados en la capital debieran ser analizados cuidadosamente en el resto de España porque parece que dan resultados. Por el contrario, en muchos otros lugares la situación es grave. Entre otros, Navarra, Aragón, Valencia o Andalucía, que se plantea cerrar a partir de mañana la hostelería y el ocio por las tardes y poner en muchos lugares el toque de queda a partir de las siete.

Hay alguna noticia patética, por ejemplo, el cierre de un local de la estación del AVE de Zaragoza, tan azotada por la covid, que estaba siendo usado para celebrar fiestas privadas de intercambio de parejas. La Policía Nacional ha revelado ahora que cerró el establecimiento hace quince días. Estaba regentado por una asociación que se ufana de promocionar las “relaciones sexuales liberales”. Vamos, que se refocilaban unos con otros, en plena pandemia.

Y ya hay presidente en Estados Unidos

Menos mal, porque esto de ver a los de Antequera o Cangas de Onís discutiendo los resultados de Michigan o Wisconsin ha sido interesante. Qué sin vivir. Me pregunto cuál ha sido el factor que ha despertado tanto interés por los comicios yanquis aquí, que no recuerdo yo cosa igual. A lo mejor el confinamiento y el aburrimiento consiguiente. El candidato se proclamó vencedor en Pensilvania, que era el estado decisivo y será nombrado el próximo 20 de enero. Donald Trump ha anunciado que impugnará los resultados en los tribunales, pero es evidente que ha perdido. Iba muy bien en los resultados económicos, con una tasa de paro del 3,3 histórica, pero el coronavirus lo ha pasado por encima, en especial porque no ha sabido reaccionar y ha intentado minimizar su importancia mientras los hospitales americanos se llenaban. A pesar de ello ha sacado más votos que los que obtuvo Obama, por ejemplo.

También Joe Biden ha sido muy votado, porque la participación ha sido vigorosa. Si hay algo que ha hecho mal Trump es ahondar en la división nacional. Utilizar las diferencias de todo tipo para enfrentar a unos con otros. Ha convertido la raza y procedencia, la clase social y hasta la religión en un motivo de confrontación. Es lo que hacen los regímenes populistas, también en España. Ya sabéis, el discurso sobre la casta. Si algo nos admiraba de los Estados Unidos era esa capacidad de unirse en torno a la bandera, de sentirse todos americanos, fuesen de origen hispano, asiático o africano. Joe Biden ha articulado su campaña en torno a este principio y anoche, en su discurso a la nación, lo acentuaba.

Vamos a ver si este cambio en los Estados Unidos nos influye a todos en este sentido. Joe Biden es el presidente de más edad anciano que llega al poder y cumplirá 80 años en el cargo. Tiene 78 años (para ser exactos, los cumple el día 20 de este mes). Nació en 1942 y arrancó su carrera política hace cincuenta años, cuando se convirtió en jovencísimo senador. Es un superviviente de la política, que nunca ha brillado demasiado pero que ha tenido la astucia de no meter tampoco demasiado la pata. Lleva tanto en política que los hijos de sus amigos de quinta ya se han jubilado. Se repite por ejemplo que uno de sus amigos en la cámara alta. Birch Bayh dio paso en India su hijo Evan y que cuando éste lo dejó, Biden seguía allí, aspirando a llegar a la Casa Blanca. Ya sabéis que fue vicepresidente de Obama.

Ha tenido una dura vida personal. Cuando tenía treinta años perdió a su mujer y a una hija de un año en un accidente de tráfico. Regresaban de comprar el árbol de Navidad y un camión los arrolló. Tenía otros dos hijos y otro de ellos murió con 46 años de un tumor cerebral. El hijo menor ha sido drogadicto buena parte de su vida.

Para Biden, Trump ha sido la oportunidad de oro. Moderado en sus posturas, se impuso en las primarias del partido demócrata después de que éste se hubiese escorado mucho a la izquierda con Bernie Sanders y su movimiento populista. Como la prioridad era echar al presidente republicano, el partido se aglutinó a su alrededor. Biden mantuvo la fachada centrista, pero se inclinó hacia la izquierda, haciendo equilibrios electorales. Es bien conocida por ejemplo su agenda pro abortista, pese a ser católico. También el ecologismo desempeña parte importante de su discurso.

Trae consigo a la primera mujer americana que será vicepresidenta, que ya está bien. Kamala Harris se llama y sí tiene en este caso fama de radical. Es hija de un jamaicano y una hindú. Lógicamente hace bandera de la lucha contra el racismo. Veremos qué ocurre y esperemos que nos favorezca. Al menos cabe pensar que se acabarán los castigos a nuestros productos en el mercado norteamericano, que tantos disgustos nos han dado. Se espera de Biden que favorezca de nuevo los acuerdos con Europa y los pactos a favor del medio ambiente.

Otra cuestión es cómo gestionará la política económica de su país, porque se teme la subida de impuestos, aunque ha repetido que sólo gravará a los que ganen más de 400.000 dólares anuales. Se subraya que su especialidad es la política internacional. En ese campo, Trump tiene a su favor la alianza labrada entre Israel y los emiratos y el equilibrio con el loco de Corea del Norte. Por el contrario, ha hecho de Irán de nuevo la bestia negra de Estados Unidos. La gran batalla de Biden será, claro, China, que es el gran rival de los Estados Unidos y que aspira a sustituirlo como líder mundial.

Debate interno en el PSOE sobre la nueva de transexuales que prepara Irene Montero

En España son hoy noticia la mujer asesinada. También Santiago Abascal, dirigente de VOX, que ha denunciado en sus redes sociales el ataque por parte de tres encapuchados a la tienda de su madre en Amurrio (Álava). El comercio apareció lleno de pintadas que ponían “fascista” y ha sido apedreado. Lamentable, la verdad.

Y, por reírnos un rato, que la época lo aconseja, la ministra de igualdad, Irene Montero, que tan grandes momentos nos está deparando, se ha ufanado del cambio de nombre del Instituto de la Mujer. Ahora se llamaré atención, y eso supone el cambio de cartelería, membretes, papelería, “Instituto de las mujeres”.

Al común de los mortales no se nos alcanza la diferencia, pero ella ha explicado que se trata de dar cabida en el concepto de mujer a los hombres que se reclamen mujeres. Sigo sin ver que eso tenga que ver con llamar al instituto “de las mujeres”, en lugar de “la Mujer”. Es un problema de gramática.

Por otra parte, esto de cambiar el feminismo por la perspectiva trans ha enfadado a las feministas más prestigiosas, entre ella la catedrática Amelia Valcárcel. Si desaparece el concepto biológico de mujer y se desdibuja la identidad sexual, desaparece también, lógicamente, el sentido del feminismo. En el PSOE hay un fuerte debate interno sobre la nueva de transexuales que prepara Irene Montero en pleno estado de alarma y que establece que una persona podrá cambiar de sexo sin más que solicitarlo en el registro. También se quiere legislar que, junto al masculino y femenino, se incluya en los registros un tercer sexo indefinido, el no binario. Las feministas como Valcárcel dicen que el sexo no se puede “autodeterminar”, que es un dato objetivo genético, hormonal, anatómico. Han sido inmediatamente calificadas de transfóbicas o enemigas de los derechos LGTBI por parte, por ejemplo, de la doctora Alicia Miyares.

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