Schlichting, sobre las leyes trans y la eutanasia: "Tendrán consecuencias de dolor, soledad y abandono”

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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"¡Muy Buenos días España!

Ya es verano, indudablemente. Esta semana cambiaremos el mes de junio por el de julio y esto está listo para vacaciones. A excepción de una borrasca en el norte, que dejará lluvias en Galicia, el Cantábrico y el alto Ebro y de intervalos nubosos en el norte de las islas Canarias, en el resto de España hace sol.

El relativismo, que es el dogma más extendido de nuestros días, presenta el problema de no hacer las cuentas con la experiencia. Podemos dudar de que la mesa exista, pero actuamos como si la mesa existe, la usamos para escribir, nos sirve y actúa como apoyo. Podemos seguir jugando mentalmente a que la mesa no existe, pero si se nos ocurre poner en práctica nuestra ideas y cruzar la habitación sin rodear la mesa, nos clavaremos el filo en los muslos.

Esta semana, el martes, entra en vigor la Ley Trans, un sistema que pretende ampliar la justa demanda de que las personas que cambian de identidad sexual sean aceptadas y queridas, cosa que es de absoluta exigencia moral. Nadie puede ser discriminado por ser lo que es.

El problema es que ley borra la identidad sexual como un dato de la realidad. El hecho de que un varón nace varón y una mujer nace mujer. Según la nueva ley, un menor será lo que afirme ser. Lo que “sienta” ser. Y, cuando lo comunique a los funcionarios, lo inscribirán en el Registro como lo que desea ser. Si chica, chica; si chico, chico.

Parece una consolidación de libertades, pero las mujeres -y hablo como mujer, porque no soy hombre- tenemos la experiencia, EXPERIENCIA, de que ser mujer es un hecho que no elegimos y con el que convivimos toda la existencia. Somos mujeres, y por eso se nos discrimina. Por esa razón a menudo cobramos menos. A menudo asumimos la carga doméstica. A menudo nos pegan y nos matan. Y en muchos lugares del mundo no tenemos derecho a estudiar, a casarnos libremente, a heredar, a viajar, a presentar testimonio en los tribunales o a disfrutar de la sexualidad.

Ahora nos dicen que la condición de mujer se elige, y eso no corresponde a nuestra experiencia. Y no tiene nada que ver con respetar a quienes tienen problemas con su identidad sexual. Esta es la protesta ayer, por toda España, de las mujeres feministas que ven en la Ley Trans una discriminación.

Parece sorprendente que un gobierno supuestamente feminista choque así con las más clásicas defensoras de las mujeres. Pero es que el propio ejecutivo carece de coherencia, porque está dividido. Mientras Irene Montero es la que saca adelante esta ley, la ministra Calvo subraya que ser mujer no es fruto de una elección o un sentimiento, que es un dato de la realidad.

El problema de negar las cosas, de inventarse la realidad es que acaba dando problemas. Te acabas chocando con los filos de la mesa. Sufres y te haces daño. ¿Cuántos de los jóvenes sometidos estos años a la ablación del pene y los testículos, o a la reconstrucción del clítoris y la amputación de los pechos tendrán problemas de identidad en los próximos años? ¿Cuántos irán al suicidio ? Porque está pasando en los Estados Unidos.

"Dolor, soledad y abandono"

Y si el relativismo ha borrado la diferencia sexual, desde el viernes ha borrado la diferencia entre la vida como bien y la muerte como mal. Hasta ahora en España luchábamos por sobrevivir. La medicina era una batalla contra la enfermedad. Ahora cabe un espacio para matar al paciente y ayudar a que se suicide. Hay quien piensa que se trata sólo de ampliar libertades. De que las personas extenuadas de luchar contra el sufrimiento puedan elegir su destino. O que los parientes que sufren viendo el final agónico de una persona puedan ayudarla a dejar de sufrir. Pero todo eso son cuidados paliativos. Nadie quiere sufrir. Yo no quiero sufrir inútilmente en la agonía. Eso son paliativos y sedaciones admitidas, que lo único que no tienen es recursos económicos e institucionales porque, mucho “no hay que sufrir, no hay que sufrir” y resulta que los especialistas en paliativos nos dicen que 70.000 personas mueren mal anualmente en España porque no tienen nadie al lado capaz de sedarlos o darles el analgésico adecuado.

No, la eutanasia aprobada el viernes no es la muerte dulce que promete para una minoría. Todo lo que legislamos influye en la sociedad y la cambia. Y todo lo que cambiamos socialmente nos influye a cada uno de nosotros.

La eutanasia, que sólo nos iguala en Europa a Holanda y a Bélgica, nos va a dejar aún más solos ante el dolor. Porque en lugar de contribuir a estimular a la sociedad a que dedique recursos y empeño en acompañar a los heridos y a los solitarios, a los enfermos difíciles y a los moribundos, nos va a ayudar a todos, enfermos y parientes, a tirar la toalla.

Si estoy sufriendo, quiero que me quitéis el sufrimiento, no que me quitéis de en medio. Si estoy agonizando quiero hacerlo con la ayuda de un especialista de paliativos. No quiero Pentobarbital sódico para quitarme de en medio.

El Gobierno es irresponsable y ligero aprobando estas dos leyes sin escuchar a los colectivos que llevan años cerca de estos problemas. Feministas históricas en el caso de la ley Trans y especialistas en paliativos en el caso de la eutanasia.

Ha elegido el camino populista de contentar ciertos sectores de votantes. Pretende simplificar las cosas. Pero la mesa existe. Y la mujer es mujer lo elija o no. Y la muerte y la enfermedad no se eliminan aunque uno quiera. Solo somos más débiles hoy que el viernes ante ellos. La vida es compleja, aunque nos empeñemos en simplificarla con leyes que, esto es lo triste, tendrán consecuencias de dolor, soledad y abandono”.

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