Schlinchting: "Creí que nada podría sorprenderme y la vida me ha pasado por izquierda y derecha dos veces"

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Cristina L. Schlichting

Publicado el - Actualizado

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“¡Muy buenos días España! Un abrazo de este equipo de Fin de Semana a todos, especialmente a los que seguís en las estaciones de servicio y parados en las carreteras, los que servís en los hospitales, los que integráis los servicios de rescate del ejército y de asistencia de la Cruz Roja, la Guardia Civil, la Policía, los bomberos y el Samur y Protección Civil, también los que organizáis toda la respuesta social, técnico en emergencia, responsables y dirigentes políticos. Otra vez necesitamos héroes, porque heroica es la responsabilidad de hacerse cargo de los demás. Como el médico que ha recorrido 17 kilómetros a pie para llegar al hospital, un especialista en cirugía torácica y cardiología. O el otro facultativo que ha recorrido 22 kilómetros con bastones de esquí para llegar al Hospital madrileño 12 de octubre.

Con dos bemoles, qué hombres. Los sanitarios están duplicando y triplicando turnos desde la tarde de ayer, qué vocaciones ejemplares. Y no os cuento el trabajo de los que reparten medicinas a las farmacias que siguen abiertas. La vacunación por la covid se ha interrumpido en muchos casos y no ha podido iniciarse en centros como el Hospital de Alcorcón. El Hospital de La Paz ha visto su entrada principal bloqueada por la nieve. También ha habido cara B. Un grupo de unos 70 jóvenes se enfrentó con bolas nieve a la Policía Municipal de Madrid. Los agentes requirieron refuerzos y cargaron en la Plaza de Callao con material antidisturbios. Hacia las nueve de la noche consiguieron restablecer la normalidad. Qué fuerzas desperdiciadas, qué insensatez.

LA VIDA ME HA SORPRENDIDO DOS VECES EN POCO TIEMPO

Ayer salí a visitar a mis padres, que estaban lógicamente aislados en su casa, a una hora a pie de la mía, y recorrí el gran silencio, esta vez todo a lo largo de la gran avenida de Arturo Soria. Ni coches ni autobuses, evidentemente, una calma absoluta, lunar, sin tráfico ni pájaros, con el lento caer de la nieve y el sonido impresionante de las ramas de los árboles quebrándose y cayendo estrepitosamente. De algunos solo queda el tronco pelado. Vi muchos vehículos sepultados bajo la nieve y aplastados por las ramas y hasta cuatro autobuses varados y abandonados en mitad de los montones blancos, después de que emergencias rescatase a los conductores. Los esquiadores recorrían las calles. A partir de las cinco, cuando cesó la nevada, los propietarios de los coches salieron tímidamente con escobas y palas y empezaron a limpiar, para evitar la congelación de los próximos días. Pero ni con cadenas se podían mover. Un camión de bomberos asistía en la confluencia de las calles Añastro y Mesena. Los vecinos empezaron a sacar a los niños, muchos con trineos y plásticos, y unos audaces circulaban con un quad. Al anochecer, en el regreso, estaban abiertos ya un chino y un restaurante de la misma nacionalidad, qué raza, qué capacidad de trabajar y desafiar los elementos.

En mitad de la vida he cometido el error, tan común, de pensar que nada podría sorprenderme ya. Y en este tiempo inmediato la vida me ha pasado dos veces por izquierda y derecha. Recuerdo el día en que salí a trabajar en pleno confinamiento. Esa absoluta calma, esa total falta de movimiento, ese inimaginable vacío, sin gente ni tráfico. Bien, pues esa sensación del fin de la civilización me acometió de nuevo ayer, como si una glaciación hubiese parado el devenir de todo. Hay una belleza nueva en las cosas, redescubiertas de blanco, como si, convertidos en exploradores prehistóricos, alzando las piernas entre los montículos, buscásemos el camino en la nieve.

Hoy he vuelto a ver una urraca frente a mi ventana, ha volado y se ha detenido desconcertada sobre un pararrayos. Sigue el medio metros de nieve, en los tejados y las calzadas, aunque ya Filomena se ha marchado hacia el este y atenaza Aragón, Cataluña, Valencia. Vienen las heladas, con menos 12 grados bajo cero, ojo a la nieve acumulada, que va a convertirse en hielo y que convienen retirar de aleros y balcones, eso sí, sin tirársela a los transeúntes, recogiéndola en barreños y deshaciéndola en las bañeras, no vayamos a tener más desgracias como las que le han costado la vida a un hombre de 54 años en el pueblo de Zarzalejo de Madrid, sepultado por la nieve, y a la pareja de Málaga, un hombre joven y una mujer de 65, atrapados con su coche por la corriente del río y hallados entre Mijas y Fuengirola.

Otras dos personas, una de ellas un menor de edad, resultaron heridas por el derrumbamiento de un muro en Algeciras.

Los ministros José Luis Ábalos y Fernando Grande-Marlaska comparecieron ayer dos veces para avisar. Pedro Sánchez telefoneó ayer a los presidentes de las comunidades más afectadas y brindó al Ejército para ayudar a recuperar la normalidad. Los Reyes se comunicaron con la población para animar a las personas e interesarse por los más. Afectados.

Empieza también el tiempo de las responsabilidades civiles por los incidentes. Recordamos que las caídas de árboles y los desprendimientos no son cosa de las aseguradoras sino del Consorcio de Compensación de Seguros, como otras circunstancias extraordinarias como inundaciones, terremotos o maremotos.

Sigue sin poder circularse por más de 600 carreteras y en Madrid no funcionan ni autobuses ni taxis, claro, ni trenes ni aviones. Sólo el metro está abierto, las 24 horas excepcionalmente.

No habrá escuela ni en Madrid ni en Castilla la Mancha hasta el miércoles. Ayer nos lo decía aquí en Fin de Semana la presidenta Isabel Díaz Ayuso.

PESE A LAS PROMESAS DE PODEMOS, LA LUZ SUBE CUANDO LAS FAMILIAS MÁS LA NECESITAN

La notica chusca, la memoria de Pablo Iglesias prometiendo que bajaría la factura de la luz, cuando se ha disparado por encima del 25 por ciento, en estas circunstancias extremas. Ay madre, qué distinta la oposición del poder.

Hoy me quedo con la niña Clara, que nació ayer en su coche, cuando la madre intentaba llegar a un hospital en Madrid. Clara, que hermoso nombre para la nacida en la nieve un nueve de enero de 2021, el día de la gran blancura".

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