Cristina L. Schlichting: "La razón por la que seguimos viviendo es un misterio, no depende de nosotros"

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¡Muy buenos días, España! Bienvenido a tu programa, que aquí estamos a tu servicio los de Fin de Semana de la Cadena COPE, con Cristina al micrófono. Es 27 de noviembre y empieza una semana en que los termómetros van a bajar vigorosamente. Así nos lo resumía ayer Jorge Olcina

Y si hoy yo desordenase el programa y empezase por donde me da la gana, pues llamaría a mi señora madre ahora mismo y le explicaría, con mucho respeto filial, que esta tarde a las ocho le voy a dar una paliza de goles que va a necesitar el bálsamo de Fierabrás, que decían Don Quijote y mi padre. Juegan Alemania y España y en casa, si venís siguiendo este programa, sabréis que se lía de órdago a la grande. En el sofá de la derecha, mis cuatro hermanas y los cuñados.

En el de la izquierda, mi señora madre, Ingeborg Schlichting, ilustre colaboradora gratuita de este programa desde hace dos años y mi cuñado Georg, que el pobre también es alemán. Y ahí vamos, dale que te pego al honor español, venga y que te sale a recordar los tercios de Flandes y el duque de Alba y Elcano y Colón y se lía la del juicio final. Veremos qué pasa, pero después de dar sopas con ondas a los pobres costarricenses, los leones hispanos venimos muy dispuestos a dejar bien alta la bandera patria.

Los pobres alemanes, además, han perdido frente a Japón y me parece a mí que van a tener que esforzarse. Sí, le digo una cosa a Luis Enrique, déjate de tangas hoy y ponte un buen calzón amplio, de algodón porque estos germanos son duros de pelar y los tenemos que hacer correr por el campo. Desde las once vas a tener todas las claves del encuentro, en Tiempo de Juego.

De política, manifestaciones por toda España que ha convocado Vox, en Madrid en la Plaza de Colón a las doce y en el resto de las grandes ciudades, delante de los ayuntamientos. ¿Por qué? Pues bueno, si hubiese un solo motivo… es más bien una lista de cosas. por ejemplo, el acercamiento de los etarras al país vasco. Por ejemplo, los pactos con Bildu y los independentistas catalanes. Por ejemplo, el levantarles la pena de sedición del código penal.

Por ejemplo, el hacer una ley mal hecha que ha permitido excarcelar a decenas de violadores y, lo último, el sacar la guardia civil de Navarra a petición de Bildu. Los de Abascal dicen que hay que hacer algo. Los del PP le responden que lo que no hay que hacer es partir la derecha en dos, que eso favorece directamente a Pedro Sánchez. Que es una cuestión de matemáticas. Por esa misma razón, las matemáticas, Alberto Núñez Feijóo se niega a plantear una moción censura, porque la derecha no tiene los apoyos necesarios en el parlamento para descabalgar a Sánchez y lo único que se conseguiría es visualizar que él, apoyado por Podemos e independentistas, tiene la mayoría.

Como también los del PP necesitan hacer algo contra este desafuero han empezado una campaña que ha arrancado ayer en el sitio donde estudió en Madrid Pedro Sánchez, el polideportivo del instituto Ramiro de Maeztu. Allí se juntaron ayer Feijóo, Ayuso, Almeida y pidieron la unidad de los votos de derecha contra Sánchez

Pero quizá todo este estruendo te haga pensar que el centro de tu vida está en el parlamento de la nación. O en los partidos. Craso error. A lo mejor piensas que el centro de tu vida está en Catar. Craso error. Sin parlamento y sin fútbol, aunque no te lo creas, seguirías viviendo. En cambio, si llega tu hora, no puedes añadir ni un segundo a tus días. La razón por la que seguimos viviendo, el motor de los rítmicos latidos del corazón es un inmenso misterio del que sólo sabemos una cosa: no depende de nosotros. Pero está. Ocurre. Tú vives.

Hoy, en este 27 de noviembre de 2022, tú vives y estás a punto de celebrar la Navidad. En cuatro fines de semana será Nochebuena. Porque hoy, según esa antiquísima tradición litúrgica, empieza el Adviento. Cuatro semanas para pensar en el significado de la vida, que la tradición simboliza en cuatro velas que se van encendiendo estos cuatro domingos, la primera de ellas hoy.

Es, fíjate, la expresión de un deseo. ¿Qué deseo? Pues el que todos, hombres, mujeres, españoles, extranjeros, alto, bajos, sanos o enfermos, llevamos en el corazón. Ignoramos por qué o quién lo ha marcado a fuego, pero todos deseamos el bien, la verdad y la belleza. Deseamos ser felices. Y vemos estas velas y estas lucecitas en las calles, incluso las bolas de los supermercados y un brillo pequeño nos sale del corazón… ¿y sí? ¿Y sí al deseo del corazón correspondiese de verdad un amor?

Cuando el hombre se atreve a pararse y a dejar un poco el tráfico y el follón y la política y el fútbol y todo… Y se atreve a plantearse esta pregunta sobre el motivo de estar vivos, entonces amigo, entonces el deseo se convierte en otra cosa, el deseo se convierte en espera. Pasa de ser un anhelo instintivo y casi oculto a convertirse en gesto, en acción. En algo tan sencillo como encender una vela o murmurar una plegaria o dar una ayuda al que lo necesita.

Adviento, adventus en latín, significa venida, llegada, acontecimiento, suceso. ¿Qué sucede? ¿Qué esperamos?

Esta cuña de cuatro velas, en mitad del escándalo, es un plazo de cielo en la tierra para pensar quién eres, por qué vives, qué llevas marcado en el corazón. Ánimo amigo, haz del deseo… Una pregunta. Extiende la pregunta en el tiempo y se convertirá en espera. Se convertirá en Adviento.

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