40 años del nacimiento del imperio textil de un genio: Roberto Verino y cómo París le cambió la vida
El célebre diseñador ha pasado por los micrófonos de 'Fin de Semana' para repasar toda su carrera con nosotros y contarnos cómo creó su firma y sus mejores anécdotas personales
Madrid - Publicado el - Actualizado
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17 años, un tren de madera que le dejaba en la estación de Gare de Austerlitz, y la sensación de que todo iba a comenzar en ese momento. Y tanto que lo hizo, porque al tiempo que él salía del tren, vio cómo un grupo de inmigrantes españoles bajaban con maletas de madera y eran tratados despectivamente.
Intentó olvidarlo, pero mientras daba un paseo por el río Sena, cerrando los ojos para saborear el momento que estaba a punto de vivir, la imagen de sus compatriotas regresó a su cabeza. Poco después, su carrera como diseñador despegaba y, al tiempo, regresaba a España como uno de los diseñadores de la moda prêt-à-porter femenina más famoso.
Imposible emocionarse, porque cuando recuerda lo joven que era paseando por la ciudad de la luz, intentando hacerse un hueco en la industria textil, rompe a llorar. "Demasiados recuerdos juntos", alcanza a contarnos Roberto Verino en Fin de Semana.
Junto a él, repasamos esos 40 años desde que su carrera y su firma diera el salto internacional, creando el estilo "Verino", tan único que es, entre otras cosas, imposible de olvidar. Y después de tanto recorriendo, sigue mostrándose humilde y reconociendo que todo nació en París, con esa imagen de inmigrantes españoles que le cambió la vida.
"La imagen que percibí me parecía triste, deshonrosa y que no se la merecía ninguna persona...Esa fue una razón que me hizo creer que, si podía, haría un esfuerzo por conseguir que en mi entorno vivencial pudiera haber un trabajo digno para que muchas personas no tuvieran que irse ni encontrarse en esa situación. Fue una lección para mí" nos confesaba.
Le impulsó, le hizo mejor, y se dio cuenta de que, creando el imperio textil que hoy tiene, la situación de muchas personas iba a cambiar. "Desde entonces, me he sentido mucho más realizado y muy querido, y me sigo sintiendo también así...Aquel objetivo que perseguí cuando vi esa imagen, lo he conseguido resolver" explicaba.
Su nombre, un motivo de orgullo
Te lo hemos contado, parece que su historia nació en París. Y sí, fue como diseñador, pero, como todo relato, comienza mucho antes. Este fue en 1945, en Verín, Orense. Al mundo venía Manuel Roberto Mariño. Eran siete hermanos, y de todos ellos, él ya mostraba su vena artística, tocando la armónica.
Al ser familia numerosa, entendió que tenía que ser él quien ayudase a reducir los costes de su familia, por lo que empezó a trabajar desde bien joven. Y a pesar de que su padre regentaba una tienda de ropa, no fue ahí donde conoció su pasión, sino en otro de esos trabajos que buscó por solventar la situación familiar. "Entre los trabajos que hice encontré uno que tenía que ver con la moda: una empresa de moda francesa que reclutaba personas para desarrollar en el mundo del dibujo. Ahí entendí que había un mundo que llegó a apasionarme y que era mi camino" contaba.
Y después vino París, estudiar Bellas Artes y cambiarse el nombre a Roberto Verino, porque sí, eso de "verino" era algo que le llabam despectivamente en su pueblo, y él, decidió utilizar para empoderarse y sacar pecho. "Eso me hizo entender que era un motivo más para intentar conseguir que el orgullo de ser donde uno es, lo sacáramos a flote. Ahora intentamos dividir, no hay orgullo, es una filosofía...lo aprendí muy joven y me pareció que valía la pena pelearse por ella" señalaba.
Su familia, el primer apoyo y sus colaboradores más fieles
Y después de París y de sus estudios, comenzó a trabajar en una empresa que realizaba moda prêt-à-porter y que necesitaba desarrollar en España. Él, el encargado de llevarla por sus rincones. "Cuando vine de vuelta para Verín y traté de convencer a mi familia que había un proyecto que podía ser magnifico y que me prestaran su dinero y su trabajo, tuve la suerte de encontrarme con una aceptación plena...Fueron mis colaboradores más fieles y entusiastas. Solventamos una problemática increíble, hubo que hacerlo todo desde cero" comentaba.
Todo desde cero, sí, así empezó y así siguió, consiguiendo llevar ya no esa firma, sino la suya propia por todos los rincones del mundo. "Venir a España con ese bagaje y con el apoyo de la prensa francesa para desarrollarnos en Verín, fue una ventaja que hubiera sido imposible. No me lo pude imaginar" contaba.
"Siento cierto grado de reconocimiento y éxito...pero el éxito sigue siendo asignatura pendiente, no creo que nunca haya llegado a nada que no se pueda mejorar...Creo que la excelencia, que es lo que busco, estás cerca de ella pero nunca la alcanzas, intentando mejorar y mejorar", contaba.
Imposible, al menos para nosotros. Cuando alguien tiene un imperio textil así, con un estilo característico y limpio, el éxito no es sino una asignatura aprobada con matrícula de honor. Lo que pase después, a pesar de que bromea con tomarse un año sabático a los 98 años, solo Dios lo sabe. Pero sí, sí sabemos cómo empezó: con una imagen desgarradora en la estación Gare de Austerlitz.