La caza furtiva “mueve el mismo dinero o más que la trata de blancas”

La caza furtiva mueve miles de millones cada año. Por ejemplo, el precio por el kilo del marfil de un elefante sale a 1.500 euros, mientras que un colmillo de rinoceronte puede alcanzar los 40.000 euros.

Fernando López-Mirones, biólogo y experto documentalista, explica en este espacio qué es la caza furtiva, pero primero ha lamentado el asesinato de los dos documentalistas en Burkina Faso, “compañeros de profesión, pero es cierto que ellos sabrían que el animal más peligroso es el ser humano” comenta Fernando López-Mirones.

Hace dos años murieron 212 personas en las mismas condiciones que estos dos documentalistas, David Beriáin y Roberto Fraile. Es un negocio sangriento, “es el tercero o cuarto del mundo” dice López-Mirones, “después del tráfico de drogas, la falsificación y la trata de blancas”. Es verdad que los activistas mueren, pero “guardabosques que mueren, en los últimos 10 años, han muerto cerca de 10.000”.

La situación para estas personas es crítica. Como cuenta López-Mirones, “cuando vas a rodar a estos sitios, los guardabosques, antes de preguntar, pegan un tiro”. Están solos, “y son los únicos que enfrentan a las mafias” explica.

“Lo que ha pasado es que con la pandemia faltan turistas, además de cazadores de trofeos. Hay enormes áreas que se han quedado, digamos, sin vigilancia”. Explica que se quedan vacías de personas. Los furtivos nunca han actuado en lugares turísticos, ni tampoco donde se hace caza legal. “Pero al vaciarse todas estas zonas de África, los rangers no dan abasto” explica el biólogo.

“Es algo que va a seguir pasando en toda África Subsahariana, porque es una fuente de recursos monumental” explica el documentalista. “Se ha visto una relación directamente proporcional entre la emergencia de la clase media en China y la muerte de elefantes en África. Esto se produce porque hay una demanda” comenta.