Emilio Calatayud se emociona recordando a sus 'santos vivos': "Los tengo apuntados y enumerados"

El juez del juzgado de menores de Granada cuenta en Fin de Semana con Cristina algunos casos de chicos que se han reformado con sus “condenas ejemplares”

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Emilio Calatayud se emociona recordando a sus 'santos vivos': "Los tengo apuntados y enumerados"

Cristina L. SchlichtingRedacción Fin de Semana

Publicado el - Actualizado

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Durante el periodo de confinamiento, los buenos actos se fueron contagiando por todo el país. Demuestra lo que valemos los españoles. Hemos descubierto el valor del trabajo de muchos, los que limpian, los que recogen basura, los que talan árboles. Cuando estamos en una situación crítica, sacamos lo mejor de nosotros.

Hay un caso de un anónimo fascinante, un hombre que ha donado más de 75.000 mascarillas y guantes desde el pasado marzo. No desea ningún tipo de reconocimiento, pero desde marzo no ha dejado de ayudar en ningún momento. El único que conoce la identidad de esta persona, es el alcalde del pueblo de Arriate, en Málaga.

Son casos que le gustan al Juez Calatayud, que no ha querido dejar la oportunidad para mandar unas palabras conmovedoras: “La pandemia ha sacado el lado bueno de las personas. Las personas que son buenas lo han sido antes, durante y lo serán después. En este ejemplo ya tienes por lo menos dos personas buenas, al donante y al alcalde. Es esperar el bien sin ningún agradecimiento”.

“Yo más que generosidades a nivel económico, en el día a día yo me he encontrado a gente buena que todos los días presta su bondad. Por ejemplo, uno de los primeros fue un panadero que me ayudó a condenar a la gente a trabajar. Este hombre ponía a mis chorizos a trabajar en el pan. Fue el primero con el que puse a un chaval a trabajar al servicio de la comunidad”.

“Con el paso del tiempo, este tipo de asignaciones se han ido repitiendo. “Tengo una listilla con la gente que son santos y que están vivos y que prestan su vida sin esperar nada a cambio”

“Tengo la historia de una niña, que estaba trabajando en lo social. Esta chica, que es muy católica y gitana, adoptada con dos añitos. Cogieron a esta niña, la llevaron a una planta y conoció a un enfermo que estaba muriendo de cáncer. Le enseñó a rezar. Él no creía en nada. Él acabó enseñándole una carta, agradeciéndole que le permitiese conocer a Dios”. "Mis chavales condenados a trabajar en bancos de alimentos y cuidando ancianos muchos se han hecho voluntarios prestando su tiempo libre en estas causas. Hay que dar conocimiento a lo bueno", termina el juez.