Madrid - Publicado el - Actualizado
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30 horas más tarde, a 40 grados bajo cero y con un viento que superaba los 90 kilómetros por hora, Beck abrió la tienda de campaña de los que habían certificado su muerte.
Casi es un muerto viviente. El 10 de mayo de 1996 se produjo una tempestad que sorprendió a un grupo de montañeros en pleno descenso del Everest.Aún a 8.500 metros de altitud, sin oxígeno, sin casi visibilidad, agotados.... varios de ellos murieron y otros consiguieron llegar al campamento a 7.950 metros. Beck Weathers no llegó.Sus compañeros lo dieron por muerto al encontrarle junto a otra compañera fallecida bajo la nieve. 30 horas más tarde, a 40 grados bajo cero y con un viento que superaba los 90 kilómetros por hora, Beck abrió la tienda de campaña de los que habían certificado su muerte.Hemos hablado con Beck y nos ha explicado cómo fue ese instante: "Cuando volví al campamento, mis manos estaban congeladas, mi cara estaba casi destruida por el frío, gran parte de mi ropa estaba congelada con hielo. Básicamente me movía como un zombi de película que vuelve al campo base. Ellos estaban sorprendidos de que estuviera vivo. Rápidamente me cogieron del brazo y me pusieron en la tienda libre". Es la única persona que ha sobrevivido a un coma hipotérmico en una altitud tan alta como la del Everest. Estuvo literalmente estuvo muerto.El shock era normal, habían comunicado a todos que estaba muerto, se lo notificaron a mi mujer en Dallas, mis hijos lo supieron con mis padres. El mundo entero supo que era un hombre muerto. Precisamente su familia fue la clave de su supervivencia. Sabía que si seguía entre la nieve más tiempo no volvería a ver a su mujer y sus hijos."Abrí los ojos, esto es una historia real, pude verlos delante de mi, una imagen de mi mujer y mis hijos. Entonces miré mis pies y comprobé que se movían. Mi familia fue la fuente de motivación para levantarme y volver al campamento". Curiosamente, el Everest fue lo que salvó su matrimonio. Beck siempre fue un apasionado de la escalada, un deporte arriesgado."Cuando volví del Everest, mi mujer me dijo según crucé la puerta de casa que había decidido pedirme el divorcio pero que estaba esperando a que volviera para decírmelo a la cara. Lo entendí. Pero finalmente me dio un año para probar que era una persona diferente. Eso es lo que sucedió y lo que salvó mi matrimonio y mi relación con mis hijos. La montaña me hizo un favor".Durante las horas atrapado en el Everest, tuvo que enfrentarse al hecho de que podía no recuperar a su familia. Llegó a pensar que estaba muerto. Eso cambió su forma de ser:"Toda mi vida, me concentré en actividades como la escalada y un pensamiento solitario. Facilita las cosas para alcanzar el éxito. Pero ese éxito puede consumirte. Sobre todo a las otras personas que forman parte de tu vida. Me convertí en la persona con más éxito y soledad que conocía".Hace 20 años de este, llamémoslo, milagro. Tras el rescate, le amputaron parte del brazo derecho y, todos los dedos de la mano izquierda y la nariz. Pero las peores consecuencias fueron las psicológicas."La gente se centra en que mi mano derecha estaba completamente muerta y la perdí, y los dedos de la izquierda también. En diferentes operaciones recuperé partes de la mano y me reconstruyeron la cara. Éste proceso duró un año. Pero la recuperación emocional y espiritual fue mucho más complicada. Necesitó más tiempo alcanzar el equilibrio entre la mente, el cuerpo y el espíritu". Ahora Beck Weathers presenta su libro “Dado por Muerto” de la editorial Kailas. En él relata la transformación en su vida tras sobrevivir a la muerte en el Everest. Una historia casi imposible.