De mendigo y apaleado en un orfanato ruso a evangelizador en la red
Con tan solo siete años, Dimitri tenía que mendigar comida para que él y su hermana pequeña pudieran sobrevivir

De mendigo y apaleado en un orfanato ruso a evangelizador en la red
Madrid - Publicado el - Actualizado
2 min lectura
La vida de Dimitri y su hermana pequeña no es una vida cualquiera. Desde muy pequeños tuvieron que aprender a sobrevivir, como ha explicado este joven de origen ruso en el 'Fin de Semana' de COPE. “Nosotros lo que teníamos que hacer es mendigar para que mi hermana y yo pudiéramos comer. Los días que no me daban nada iba a recoger setas a un bosque y a pescar”.
Abandonados por sus padres, se quedaron solos, por lo que no tuvieron más remedio que pedir ayuda para poder sobrevivir. “Fuimos al orfanato para poder comer todos los días y que mi hermana estuviera bien. Yo tenía siete años y ella tres”.
Pero la vida en el orfanato no era un camino de rosas para ninguno de los dos: “Lo peor no era que nos pegaran, que nos pegaban bastante, sino el trato que nos daban algunos cuidadores, que nos humillaban. Nos decían que esa era nuestra vida y que jamás saldríamos de ahí”.
Hasta que la visita de un pope ortodoxo cambió su vida. “Nos dijo que había un Dios que nos amaba y que si rezábamos se nos concedería lo que pidiéramos. Me ocultaba en un baño para rezar”.
Dimitri disfrutaba cuidando a los niños más pequeños del orfanato, y se dio cuenta que muchos se marchaban de allí. “Cuidaba de los bebés del orfanato y me di cuenta que había gente que llegaba y se los llevaba. Uno de mis favoritos, Nikolai, desapareció un día. Y una cuidadora me explicó que los adoptaban”.
La adopción se convirtió en un sueño para él. Una salida a su situación desesperada: “Empecé a rezar para que me adoptaran a mi y a mi hermana, y un par de años después, sucedió”.
Una pareja española se hizo cargo de él y de su hermana, cambiando la vida de ambos para siempre. “Pasé de no tener nada a tenerlo todo en 24 horas. Y eso me costó mucho porque me volví muy materialista”.
Por eso, siempre estará muy agradecido a su familia y a Dios. “Mis padres adoptivos son unos santos, me lo han dado todo”.

-