Misioneros en Brasil: "En las favelas es imposible el aislamiento del coronavirus"

Brasil contabiliza por el momento 600 fallecidos por el coronavirus, 66 de ellos en su capital, Río de Janeiro, una ciudad donde proliferan las favelas, un tipo de barrios en los que las casas son especialmente precarias y hacinadas unas junto a otras. Un lugar especialmente difícil para cumplir las medidas decretadas por el estado de calamidad que anunció el gobierno brasileño. Allí se encuentra como misionero Francisco Javier Tello Vegas, un español de un pueblo de Cáceres llamado Hernán Pérez.

Asegura a Fin de Semana de COPE que frenar el coronavirus es “hablar de algo imposible”. “Es hablar de algo imposible, todos sabemos cómo son las favelas, es como una casa continua, donde mi salón se comunica con el baño del vecino, de abajo hasta arriba, sin tocar la calle, es imposible frenar el coronavirus, sino imposible”, explica a Cristina López Schlichting.

LA CONTAMINACIÓN DEL AGUA NO AYUDA

“Aquí la gente se lava mucho, pero el problema que ha tenido Río es que hace un mes se contaminó todo el agua, por lo que hablar de lavarse las manos con agua, partimos de una materia prima que en el 90% está contaminada”, cuenta el misionero a COPE. Como medida excepcional, la gente intenta llevar el agua con las garrafinhas pero, como apunta Tello “va a ser muy difícil si esta pandemia toca en estos lugares”.

¿REGRESAR A ESPAÑA?

Sobre la posibilidad de volver a España, el misionero es muy contundente: “Eso no está en los proyectos, son cuestiones que ni se pasan por la cabeza, no se regresa. Se está donde se está, y cuando los superiores te trasladan a otro lado, me traslado y punto”.

“Mi hermano aquí es mucho mayor que yo, y seguirá aquí, habrá que batallar con ello y no se piensa en regresar”, concluye.

LA SITUACIÓN EN CAMERÚ

Por su parte, Victoria Braqueais es una misionera de la Orden Pureza de María que, tras 10 años en el Congo, ahora se encuentra junto a los pigmeos en Camerún. La primera consecuencia del coronavirus en ese país es una orden del primer ministro por el que los precios se doblaron. “Con el salario de un mes de un profesor no podría ni comprarse dos sacos de harina”, explica Victoria en Fin de Semana.

“Con el cierre de las fronteras va a haber muchos más problemas de abastecimientos, estamos a 5 horas del supermercado más cercano”, lamenta la misionera que, añade: “La gente no tienen capacidad ni poder adquisitivo, porque son economías de subsistencia, no se puede guardar nada, no hay electrodomésticos”. Y es que en Camerún el 63% de la población de África no tiene acceso a agua y jabón, según la ONU.