Los robots que llegan: capaces de replicar emociones y empatía

Stella Luna de María, CEO de Pentaquark Consulting, explica en Fin de Semana con Cristina hacia dónde se dirige este campo tan apasionante de la tecnología

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El reto de la robótica: repicar emociones y empatía

Cristina L. SchlichtingMiguel Soria

Publicado el - Actualizado

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Stella adora la tecnología, es una absoluta apasionada de los ‘aparatitos’, por eso asegura en Fin de Semana con Cristina, al respecto del futuro inmediato de la robótica, haberlo “visto venir”: “Estas cosas se han ido presentado en varias convenciones tecnológicas. En Madrid estuvo una empresa española y presentaron un robot que ayudaba a personas mayores en residencias. Hay toda industria de robótica para hacer máquinas humanoides que presten servicios: ayudarnos en aeropuertos con el tráfico de embarque o ayudar a gestionar miles de problemas pequeñitos para los que, en realidad, no hace falta una persona y un robot te puede ayudar”.

A este respecto, Stella detalla que “es una evolución más hacia esta sociedad en la que estamos y en la que cada vez hay más un contacto humano físico más complejo, ahí entran estas soluciones de IA para cubrir un papel. Los robots empezaron con otras funciones y van evolucionando”.

Lo cierto es que los robots parecen cada día más humanos, lo que se hace para intentar hacerlo más y más cercanos, algo que explica la experta: “Todas las evoluciones de los robots son, aunque es una paradoja como el valle inquietante, para que se parezcan más a los humanos para generar más empatía y simpatía. A la vez eso tiene un reverso: a veces, cuando se parecen mucho a los humanos pero no son exactos, generan un rechazo”. Y esa es la susodicha paradoja del valle inquietante: “Intentamos que se parezcan a los humanos pero cuando se parecen mucho y notas la diferencia genera rechazo porque intenta suplantar un humano pero no es igual. Si es idéntico la mente se deja llevar y se le trata como a uno más. Está todo en el inconsciente. Se recurre mucho a Kant y a Freud para explicarlo”.

Y luego está la paradoja de Moravec: “El hecho de que cuando empezó la IA en los 80 todos los ingenieros se lanzaron a replicar lo que pensaban que eran las funciones más elevadas, como las matemáticas; se vio que, hasta cierto punto, se podía desarrollar. Hemos visto con los años que es verdad: Deep Blue, ordenadores ganando al póker (un juego en el que hay cierta parte de lógica), etc.; y resulta que las funciones cognitivas más básicas son muy difíciles de replicar para un robot. Es más fácil duplicar el pensamiento lógico que reproducir sentimientos y emociones. Al final pensamos que la lógica es el culmen del pensamiento humano, pero entender por qué un bebé hace una cosa o las cosas que hacen los niños son más de empatía, son emocionales, mucho más difíciles de replicar”.

¿Cómo se imagina Stella el futuro inmediato de la robótica? “Creo que hay que abrazar la evolución tecnológica”, explica ella, “que viene porque hay muchas cosas en las que los robots nos pueden ayudar. Adoro las películas de ciencia ficción, el avión autopilotable, un robot que te abre la puerta… ahora bien, las cuestiones más puramente humanas siempre hay que hacerlas con seres humanos. Sin duda hay muchas cosas que, como la alimentación en una residencia, las puede hacer el robot pero la conexión personal que nos convierte en humanos, nunca podremos externalizar. En todo caso soy la más fan de los fans de las cuestiones futuristas, lo espero como agua de mayo”.

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