El "crimen perfecto" de Miguel Gallego que estuvo oculto durante 5 años en Gran Canaria: "Es un nivel de psicopatía superior"

El crimen que parecía perfecto durante cinco años en Gran Canaria ha salido a la luz de la manera más escalofriante. Nacho Abad, junto a Cristina López Schlichting y José Miguel Gaona, ha explicado en Fin de Semana los detalles de un asesinato que Miguel Gallego, el presunto asesino, creyó haber ocultado para siempre. Pero la verdad ha terminado saliendo a la luz.

El 18 de marzo de 2020, en pleno confinamiento por la pandemia, María Dolores desaparece sin dejar rastro. Miguel Gallego, su pareja, asegura que ella le bofeteó tras una discusión, “pero se contiene y se va de casa”, según relata Nacho Abad. Cuando regresa, dice encontrar una nota manuscrita en la que María Dolores anuncia que se va, que no quiere saber nada más de él ni de su familia. Sin embargo, no la denuncia como desaparecida hasta casi un año después, cuando la familia empieza a preocuparse.

"UN NIVEL DE PSICOPATÍA SUPERIOR"

Desde el principio, la versión del acusado despierta sospechas. La policía investiga vuelos y barcos, pero no hay rastro de María Dolores. Finalmente, cinco años después, una prueba caligráfica confirma lo que muchos sospechaban: “Oye, tío, que esto no lo ha escrito María Dolores”, le dicen los agentes al presunto asesino. La nota de despedida era falsa.

Acorralado, Miguel Gallego confiesa. Según su versión, María Dolores “le pegó un puñetazo, él se lo devolvió, ella se cayó, se desnucó y murió”. Asegura que entró en pánico y, tras esperar ocho horas junto al cadáver, decidió descuartizarlo. "Voy a descuartizarla", decidió en ese momento. Utiliza un hacha, un cuchillo y una sierra para cortar el cuerpo en trozos de aproximadamente cinco centímetros.

Lo más macabro llega con lo que hizo después. Según Nacho Abad, “hirvió algunas partes del cuerpo en una olla cerrada para que no oliese, otras las congeló y otras las puso a secar sobre plásticos”. El forense José Miguel Gaona explica que “esto indica un nivel de psicopatía muy superior, no solo mata, sino que lo hace de una manera extremadamente fría”.

LA FORMA EN LA QUE LA POLICÍA DESCUBRE A MIGUEL GALLEGO

Con el paso de los días, Miguel Gallego necesitaba deshacerse de los restos. Como la pandemia limitaba la movilidad, lo hizo poco a poco. "Cada vez que salía de su casa, llevaba una mochilita con trocitos y los distribuía por la isla", relata Abad. Algunos fueron arrojados en descampados, otros cerca de un centro comercial en la Playa del Inglés. Cuando la policía lo llevó a los lugares del crimen, “no tuvo ningún problema en ir localizándolos”.

Para asegurarse de que nadie lo descubriera, Miguel Gallego reformó el baño donde cometió el crimen. "La policía llega a la casa y le dice: 'Oye, este baño está reformado, ¿no?'. Y él responde: 'Sí, sí, lo reformé enterito'", cuenta Nacho Abad. La policía sospecha que lo hizo para eliminar restos de ADN. Sin embargo, un pequeño descuido lo delata: se encontraron restos de sangre en algunas zonas que no había limpiado a fondo. Finalmente, Gallego confiesa ante la policía, aunque ante el juez decide no declarar. Aun así, el magistrado ordena su ingreso en prisión provisional mientras se avanza en la investigación.

Nacho Abad establece paralelismos con otros casos recientes, como el de Daniel Sancho en Tailandia. “Me dio un puñetazo, se lo devolví, se desnucó y entonces lo que hice fue descuartizar el cadáver porque tuve miedo”, explica, recordando el testimonio de Sancho. Este patrón de conducta parece repetirse en otros crímenes en los que los asesinos optan por el descuartizamiento como solución al "problema" de un cadáver. José Miguel Gaona añade que hay un factor de "copia" que influye en algunos asesinos. "A través de los medios de comunicación, hay personas que necrológicamente se sienten inspiradas", advierte.