El alpinista Carlos Pauner y su odisea en el Kanchenjunga, en 'Herrera en COPE': “Nadie daba un duro por mí”

Nos visita el cuarto alpinista español, y primer aragonés, en coronar los catorce ochomiles de la Tierra

Carlos Pauner
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Redacción Herrera en COPE

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Las montañas más grandes del mundo tienen una zona que se llama 'la zona de la muerte'. A más de 7,500 metros, la presión atmosférica es tan baja que el oxígeno es insuficiente para que nuestro cuerpo aguante. Sin oxígeno una persona duraría, literalmente, un minuto allí arriba.

Carlos Pauner sobrevivió tres días en la 'zona de la muerte' del Kanchenjunga. Sin tienda de campaña, sin comida y sin agua...

Este alpinista aragonés es uno de los pocos españoles que ha subido los 14 'ochomiles' y ha visitado este miércoles Herrera en COPE.

Carlos ha explicado que una de estas cimas se tarda en subir “un par de meses entre la estancia en campamentos base y la escalada como tal”.

El montañero aragonés ha explicado que el Kanchenjunga “tiene una tasa del cuarenta y tanto por ciento... son datos terroríficos. Es una montaña, la más oriental que existe de la cordillera del Himalaya, con muchísimo viento y muy técnica. Es una montaña de escalar en hielo, se empina mucho y eso hace, que añadido a su altura, sea la más difícil de escalar”.

Lo que abrimos fue una variante directa a la cima con unos mil metros de desnivel. Eramos un equipo muy fuerte y estábamos solos, nos decidimos a acometerla por esta nueva vertiente porque fue más difícil de lo que parecía. En la cima no puedes estar eternamente porque el deterioro físico es grandísimo. Es una montaña salvaje”.

Pero lo más duro llegó en la bajada, “se me rompió la correa de un crampón y me precipité hasta otra parte de la montaña. Ahí me desorienté del todo, iba solo y tuve que arreglármelas como pude. Pasé dos noches solo. Me apañé como pude, intentando orientarme para llegar a la ruta que conocía para encontrar huellas. El cansancio fue extremo, con más de 24 horas andando. El dormir se hace vital aunque sean tres horas.

Sobre las alucinaciones, Carlos Pauner ha explicado que “empiezan a aparecer de forma sonora, una voz que te dice que pares. Luego comencé a ver un grupo cuatro o cinco personas, que pensaba que eran mis compañeros. Pero me doy cuenta que me veo también y comprendo que no es real, que son alucinaciones. Al final prima el sentido de supervivencia y se olvida que no hay comida, que no puedes beber, a saber que estás viendo alucinaciones aunque estén ahí, hago que no me importe. La mente es tremenda en casos así, y cuando falla nos puede llevar a terrenos desconocidos.

“Cuando aparecí por el campamento base se les caía las lágrimas a mis compañeros, no daban un duro por mí”, ha concluído Pauner.

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