Antonio Pampliega y sus 300 días de cautiverio en Siria: “Rezaba en voz alta para que Dios me escuchara”
El periodista ha pasado este lunes por Herrera en COPE para recordar el cautiverio que sufrió a manos del Frente al-Nusra, filial de Al-Qaeda en Siria.
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Antonio Pampliega, periodista y reportero de guerra, compartió en el programa de Carlos Herrera en COPE su desgarrador relato sobre los 299 días de cautiverio que sufrió a manos del Frente al-Nusra, filial de Al-Qaeda en Siria. Entre reflexiones conmovedoras y detalles estremecedores, Pampliega ofreció una visión única de sus vivencias, marcadas por el miedo, la resistencia y la esperanza.
Pampliega recordó sus primeras incursiones en Siria en 2011, cuando el país estaba inmerso en la búsqueda de libertad tras décadas de dictadura. “Los sirios querían democracia. Los veía cantar en las manifestaciones y pensaba: tienen razón, ¿por qué no?” comentó el periodista, quien llegó a viajar al país hasta 12 veces antes de su secuestro en 2015.
El secuestro ocurrió mientras Pampliega y otros dos periodistas trabajaban en un reportaje sobre los Cascos Blancos. Fue traicionado por su fixer, Usama, quien supuestamente lo entregó a los yihadistas por dinero. “Entre salvar a sus padres y nosotros, los tres pringados españoles, era obvio a quién escogería”, reflexionó.
La descripción del momento en que fue secuestrado es estremecedora. “El coche que nos transportaba fue interceptado por una furgoneta. Salieron hombres armados con kalashnikovs y pasamontañas. En ese instante pensé: la hemos cagado hasta el fondo.”
Pampliega detalló cómo, durante los primeros meses, sus captores intentaron convertirlo al islam y lo sometieron a presión psicológica. “Me obligaron a leer el Corán horas cada día. Creían que me estaba convirtiendo, pero yo les dije: soy cristiano y no voy a cambiar.”
Cuando los yihadistas sospecharon que Pampliega era un espía, las condiciones empeoraron drásticamente. “Físicamente me golpeaban a diario, y psicológicamente me aterrorizaban con simulacros de decapitación. Llegué a pensar: si van a matarme, que sea rápido, que no me duela.”
El periodista encontró refugio en la oración, aunque esto también provocaba tensiones con sus captores. “Rezaba en voz alta para que Dios me escuchara. Ellos, molestos, subían el volumen de su música religiosa. Entonces, aprovechaba los cortes de luz para rezar más fuerte.”
En medio de la desesperación, intentó quitarse la vida. “Me corté la muñeca con una cuchilla que escondí durante días. Lloraba pensando en mi familia. Pero no sé por qué, no lo logré. Quizá no era mi momento.”
Pampliega fue obligado a grabar vídeos de prueba de vida bajo amenazas. “Me decían que, si no lo hacía, empezarían a traerme los dedos de mis amigos.”
Diez meses después del secuestro, el Frente al-Nusra decidió liberarlo. Sin embargo, hasta el último instante lo mantuvieron bajo una atmósfera de terror. “Nos dijeron: ahí está Turquía. Aquí no volváis nunca más. Pensé que nos iban a fusilar por la espalda.”
Pampliega mostró cautela sobre el futuro del país, ahora bajo el control del grupo rebelde que lo secuestró. “Decían ser moderados, pero no han cambiado. La última vez que hablamos de moderación fue con los talibanes en Afganistán, y ya sabemos cómo acabó.”
A pesar del dolor vivido, Pampliega planea volver a Siria. “Es un capítulo que debo cerrar. Además, quiero acompañar a mi fixer Youssef en su retorno, tras casi dos décadas en el exilio.”
Pampliega afronta el futuro con proyectos renovados. En enero estrena el programa Pasaporte, Territorio Pampliega en televisión y en abril publica el libro Cowboys en el infierno. “El periodismo es mi vida, y seguiré contando historias, incluso en los lugares más oscuros.”