Isabela, adolescente que sufre soledad: ''Muchas veces me pregunto por qué me siento sola y no lo entiendo''.

Alberto Herrera entrevista a Isabela, una joven de 18 años que sufre de soledad, y al doctor Mario Alonso Puig para explicar los factores y soluciones de esta pandemia

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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La soledad es la gran pandemia del siglo XXI y no distingue de edad. Esta no es una forma de hablar, es una realidad que reconocen expertos y médicos como Mario Alonso Puig. Ha comentado con Alberto Herrera esta situación a través de explicaciones, metáforas y el testimonio de Isabela. Es de Madrid y tiene 18 años. Alberto la entrevistó en Aluche, el barrio donde vive. Tenía 15 años cuando llegó el covid, y ya entonces pasaba mucho tiempo sola en casa porque sus padres trabajan mucho. Y aunque es una chica curiosa, independiente, con inquietudes y que juega al baloncesto, estar tanto tiempo sola en casa le pesaba. ''Cuando salimos del confinamiento, mi grupo de amigos ya no quedaba''. Y es que cuatro de cada diez adolescentes se sienten solos, según un estudio de NextDoor, plataforma que conecta vecinos.

Los confinamientos han señalado todavía más la soledad en personas de todas las edades, pero no tienen la culpa. No deja de ser paradójico cómo ahora, que nunca hemos estado tan conectados, es cuando más aislados nos sentimos. Además, con las redes sociales la comunicación es superficial: ''buscamos distraernos porque no queremos hacer la búsqueda interior'' señala Puig.

Ahora, más que nunca hemos estado tan conectados, es cuando más aislados nos sentimos. Es una comunicación superficial, buscamos distraernos estando ausentes porque no queremos hacer la búsqueda interior. Sin embargo, la soledad no es mala en tanto sea búsqueda del silencio. Es demoledora cuando nos aislamos, es decir, rompemos nuestros lazos, porque va contra nuestra naturaleza: ''El ser humano es un ser de encuentro, está en nuestros genes'', sentencia Puig.

La soledad de una persona no es un defecto, es una llamada. Y no se puede ser indiferente.