'Crónicas perplejas': "El lenguaje nunca es inocente. Debería servir para unir, pero muchas veces lo usamos para apartarnos"
Habla Antonio Agredano de las expresiones que usan los adolescentes que los padres no entienden
Publicado el
2 min lectura
En esta sección de 'Herrera en COPE', Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente en sus 'Crónicas perplejas'.
“No me rayes” le dije un día a mi madre de muy malos modos y para qué. “Que no qué”, me dijo. Y en su mirada cabía todo el enfado, toda la decepción y todo el desprecio posible. Me castigó, porque era lo que yo me merecía, y creo que jamás volví a conjugar el verbo “rayar”.
El lenguaje nunca es inocente. Debería servir para unir, pero muchas veces lo usamos precisamente para apartarnos, para romper, para abrir una grieta entre nosotros y el mundo.
Les pasa a los jóvenes de ahora y nos pasaba a nosotros cuando éramos jóvenes. Porque una vez, long time ago, fuimos jóvenes. Y nos hacíamos unas risas. Y nos metíamos en el sobre. Y decíamos “¿Te das cuen?” cada vez que teníamos ocasión.
Pasan los años, pero no pasan los tiempos. Estamos más o menos igual que hace unas décadas. Los jóvenes son como éramos: osados, despreocupados y egoístas. Yo sé que ahora hay señores muy catastrofistas. Esos que creen que cada día que pasa el mundo se encamina al desastre. Que hemos caído en un pozo. Que cualquier tiempo pasado fue mejor. Pero yo no soy tan pesimista. El pesimismo es agotador.
Creo que el lenguaje es solo una herramienta para distinguirse, para buscar la aprobación de la pandilla, para dejar claro a los padres que ellos son diferentes. Pero hay algo en el fondo mucho más importante que las palabras, y es la emoción, el respeto por los demás y por ellos mismos, y la esperanza.
Y yo creo que no estamos tan mal. Y creo que haríamos bien en tratar de entender a los adolescentes, porque ya bastante tienen con sus terremotos íntimos y con sus dudas. Y dejar que encuentren su espacio como lo hicimos nosotros. En plan, que sigan su camino. En plan, todos pasamos por ahí. Y, a casi todos, la vida nos fue quitando la tontería a golpes de realidad y crudeza. Obvio.