'Crónicas perplejas': "Los móviles y las redes sociales son también un espacio para el encuentro, para el recuerdo y para el amor"
Habla Antonio Agredano de la tecnología y el imparable uso de los móviles y las redes sociales

Habla Antonio Agredano en sus 'Crónicas perplejas' en 'Herrera en COPE' de la tecnología
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En esta sección de 'Herrera en COPE', Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente en sus 'Crónicas perplejas'.
Un león rugiendo da miedo. Un ruido en el salón en plena madrugada da miedo. Una aleta cerca de la playa da miedo. Pero un padre acercándose a ti, con su móvil en la mano, señalando la pantalla, y diciendo: "Mírame esto que me sale aquí, que es muy raro, y yo no he tocado nada"; eso, eso es aterrador.
Este fin de semana viví mi propia cura de humildad. Fui incapaz de registrar no sé qué juego online de la videoconsola de mi pequeño. Luego llegó el hijo adolescente de una amiga y en cinco minutos se lo dejó listo. Yo llevaba media hora de intentos y frustraciones. De errores y ventanas raras.
Conclusión: todo cambia y todos nos quedamos obsoletos. La tecnología va más rápida que nosotros. Y dentro de diez años seré yo el que persiga a mis hijos con un aparatejo, señalando su pantalla, pidiéndoles ayuda.
Más allá de los iconos y de las actualizaciones, más allá de las contraseñas y de la nube, el móvil que todos tenemos cerca en este momento, es una herramienta maravillosa. Permite el milagro de la cercanía. Escucharnos. Tenernos. Sin importar los kilómetros, atravesando los afectos.
Que sí, que nos quita tiempo. Que sí, que nos llena la vida de cosas insustanciales. Que sí, que leemos menos y atendemos menos a las cosas. Y tendremos que hacérnoslo mirar. Pero ese cacharro plano, caro, insistente, es una ventana a la vida de las personas que nos importan.
Mando fotos de mis hijos a sus abuelos. Hacen videollamadas. Mi hijo mayor coge el teléfono y les enseña su nuevo puzle. El pequeño hace sus payasadas. Su abuela sonríe al otro lado. No importan las ciudades. Llenan un hueco estas herramientas. La de las ausencias, la de las vidas lejos. Un wasap a veces reconforta. Un paisaje que mandamos con el texto: "Ojalá estuvieras aquí".
Que sí, que los móviles nos emboban. Que sí, que las redes están llenas de gente desagradable. Pero son también un espacio para el encuentro, para el recuerdo y para el amor. Porque las emociones siempre encuentran sus propios caminos.
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