'Crónicas perplejas': "A los museos, a los conciertos, hay que ir con capacidad de asombro"
Habla Antonio Agredano de arte

Habla Antonio Agredano en sus 'Crónicas perplejas' en 'Herrera en COPE' de arte
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En esta sección de 'Herrera en COPE', Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente en sus 'Crónicas perplejas'.
Ante la frase “eso lo hago yo” siempre tenemos la pregunta “¿y por qué no lo has hecho?”. Hay algo peor que un artista engolado y es un espectador resabiado. A los museos, a los conciertos, hay que ir con cierta ingenuidad. Con capacidad de asombro. Sin miedo a sentirnos incómodos o cuestionados.
Porque la creación tiene dos caminos. En uno de ellos el artista va de su emoción a su obra. En el otro, es la obra la que se dirige hacia la emoción del espectador. Los dos caminos se cruzan justo en el cuadro, el poema, la película o la canción. Y en esa intersección, no caben ni imposturas, ni modas, ni excusas.
Si una obra despierta un sentimiento en ti, es que la creación valió la pena. Y el sentimiento, esa emoción que estaba dormida, no siempre es la belleza o la complejidad. También está la ira. El desconcierto. La absurdidad. El miedo. La soledad. O incluso el asco.
Porque arte es todo, por más que escueza a ciertos públicos. No es solo lo bonito. Es decir, lo que no se ha dicho. Es buscar en sitios donde nadie había mirado. Con colores, con palabras, con luz y con notas sostenidas. El arte es expresión de nuestros tiempos. Y vivimos tiempos raros. Hay tanta belleza en el David de Miguel Ángel como en Convergencia de Jackson Pollock. Hay idéntica terribilidad. Hay un genio irascible que se expresa a través de sus manos.
Lo importante, para mí, es la expresión. Buscar un vehículo para sentir, para hablar de nosotros mismos, de nuestras dudas, de nuestros misterios. Dejarnos de contención. No ocultarnos. No disimular. Abrir el pecho y decir esto soy, esto quiero, así veo el mundo.
Porque el arte es solo un lenguaje. Una confidencia. Compartir con otros el peso de la vida. Y ante una declaración así, ante un acto de generosidad como ese, lo mejor que podemos hacer es observar con el corazón y no con los ojos. Se ven mejor las cosas cuando miramos con profundidad, con perplejidad y sin recelos.