Crónicas perplejas: “En las canciones resiste una parte de ti, una parte que no quiere desaparecer”
La nostalgia de Antonio Agredano desemboca en el eterno recuerdo de las canciones, las que siempre estarán contigo
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En esta nueva sección veraniega de ‘Herrera en COPE’, Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente.
Este jueves Agredano se pone nostálgico recordando todas aquellas cosas que han pasado a lo largo de nuestra vida, aquellas que olvidamos con la excepción de las canciones, que siempre perduran en nuestra memoria y a las que recurrimos siempre independientemente de nuestro estado de ánimo. Y, entre esas canciones, no faltan nunca los Beatles.
Todo pasa. Es parte de lo que somos. La urgencia, las ausencias y el capricho marcan nuestros días. Todo pasa. Pasó el ola ke ase, pasó la Game Boy, pasó el lumumba, pasó el tuning en los coches, pasó el Radical Fruit, pasaron las zapatillas de deporte con luces en la suela, pasó el Gangman Style. Pasó aquello de romper la anilla de la lata de Cocacola para adivinar la inicial de nuestro próximo amor. Pasaron los gijoes, las nancys, los globos de agua. Pasó Juego de Tronos. Pasó Myspace y Fotolog y el IRC y los Alcatel pasaron y pasó hasta aquel Nokia indestructible con el que daba toques a mi novia desde la calle, para que bajara. Es un naufragio el mundo. Flotamos entre tablones. Nos agarramos a lo que podemos para no hundirnos con el resto de cosas prescindibles, con esas cosas que van camino ya del fondo oscuro de la desmemoria.
Porque tengo miedo al olvido, yo me agarro con fuerza a las canciones. En las canciones resisten nuestros amores de juventud. O los largos viajes familiares, cuando mamá aún compraba casetes en las gasolineras. La música de aquellas noches indescifrables. Los besos con prisa. Las risas con amigos a los que ya no ves, las risas en bares que hace años que cerraron. Las borracheras lúcidas. En las canciones resiste una parte de ti. Una parte que no quiere desaparecer. Que no quiere que el ruido de la calle te sepulte. Que quiere que sigas ahí. En esas canciones que te acompañaron. Que ni el IBI, ni la ITV, ni la matrícula del colegio, ni la bulla del metro, ni las esperas en el ambulatorio, ni la avería de la lavadora, ni el precio de la gasolina, puedan arrancarte, puedan robarte esos momentos que fueron únicos. Esas canciones que no valen nada, pero que lo son todo ya. Ese patrimonio de sombras. Esos discos apilados en algún rincón de casa. Porque uno, para no hundirse, para no caer en pegajosas melancolías, debe tararear aquellas letras que fueron su luz en los días oscuros. Todo pasa, pero esas canciones siempre estarán contigo. Flotando en mitad de la noche para que no sucumbas. Para que te mantengas en pie. Para que no olvides. Para que el vinilo de tu existencia siga girando, aunque sea polvoriento y rayado, y la música te guíe hacia el tesoro de lo vivido. Suena ‘She loves you’ de los Beatles y me siento, de nuevo, un gigante y a mis pies, el mundo.