‘Crónicas perplejas’: “El gotelé es como el filtro de Instagram de tus paredes”

Habla Antonio Agredano de las chapuzas que hacemos en casa para ahorrarnos un dinerillo y, como es lógico, salen mal

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‘Crónicas perplejas’: “El gotelé es como el filtro de Instagram de tus paredes”

Antonio Agredano

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Habla Antonio Agredano En esta sección de ‘Herrera en COPE’, Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente en sus ‘Crónicas Perplejas’.

Podrán quitarnos los bares, podrán quitarnos las ferias, podrán quitarnos la esperanza, los dineros, los vasos de tubo. Podrán quitarnos los chicharrones, podrán quitarnos el pijamita de franela, podrán quitarnos las siestas, podrán quitarnos el futuro… pero jamás nos quitarán el placer de rascarnos la espalda frotándonos contra el gotelé. ¿Por qué la gente quita el gotelé de sus casas? Esa maravilla de la albañilería. Ese prodigio de la civilización occidental. El gotelé es como el filtro de Instagram de tus paredes. Disimula las imperfecciones, los desconchones, cuando los niños pintan con cera a escondidas de sus padres. Sin el gotelé el mundo es más hostil, es más exigente, es más oscuro. En mi casa han puesto perlita en contra de mi voluntad. Perlita. Que parece el nombre de una concursante de ‘Se llama Copla’. Me quitan el gotelé para ponerme perlita. El mundo se nos va al… traste.

Yo no sé nada de chapuzas en casa. Yo soy un lacio. Se me llenan las manos de dedos. Todos los tornillos son iguales. Mi padre, era yo pequeño, estaba haciendo una ñapa en casa. Y me dice: “Antoñín, tráeme el destornillador de Estrella” y yo salí de casa, bajé dos plantas, llamé a la puerta de mi vecina Estrella y le pedí su destornillador. Ese es mi nivel de conocimiento del tema. Yo creía que la llave inglesa de mi casa era inglesa porque mi padre la había comprado en Londres cuando fuimos de viaje allí de niños. Y yo me preguntaba: “¿No habrá llaves así en España?” Vi negocio ahí.

Mi padre llama trompo al taladro, pero mi madre le llama berbiquí. En Málaga se le llama guarrito. Da igual el nombre que use, porque yo sigo siendo un desastre. Quise una vez colgar un cuadro, en casa, y le pedí el taladro a mi vecino. Era un cuadro infantil, para el cuarto de mi hijo. Busqué un tutorial de Youtube, donde un amable señor me iba explicando paso por paso cómo hacer el agujerito. Parecía fácil. Cogí el taladro con decisión. De tal manera que parecía que iba a entrar a matar con el estoque. Me faltaba la muleta a un lado. Con el pie izquierdo adelantado, como citando a la pared, conservando la postura, apurando la embestida. No llevaba un mono azul, llevaba traje de luces. Enfrontilado con la perlita. Y cuando le di yo al gatillo aquello se me fue de las manos y abrí una mirilla del cuarto de mi hijo al salón. El túnel de ‘Cadena Perpetua’ era estrecho comparado con mi boquete.

En fin, zapatero a tus zapatos, como dice el refrán. Desde ese día, lo más complicado que he hecho en casa ha sido poner un gancho de esos que van con ventosa en la pared del baño para colgar la toalla. El agujero lo tapó mi padre con mezcla. “¿Cómo has hecho esto, hijo?”, me dijo mi padre. “La perlita, papá, que es muy traicionera”

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