‘Crónicas perplejas’: “Me gustan mucho las señoras que intentan colarse en el supermercado y su disimulo”

Habla Antonio Agredano de las excusas que pone la gente, de las mentiras que se inventan; incluso desgracias

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Esas excusas que no gustan a Antonio Agredano en sus 'Crónicas perplejas'

Antonio Agredano

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En esta sección de ‘Herrera en COPE’, Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente en sus ‘Crónicas Perplejas’.

“¿No te llegó el correo? Qué raro. Te lo mandé ayer”. Me saca de quicio esa frase. Las excusas, en general, me irritan. No sólo la gente te hace perder el tiempo con su informalidad, sino que te vuelven a hacer perder el tiempo disimulando, como pueden, esa informalidad. “Es que había mucho tráfico”, dice. Pues sal antes de tu casa. Que llevo media hora esperando. “Es que había un accidente o algo”. Se inventan las desgracias. La gente no tiene freno.

Me gustan mucho las señoras que intentan colarse en el supermercado y se lo haces saber y se ponen a mirar a todas partes como despistadas y dicen: “Ah, perdona, creía que la cola era por aquí”. Señora. Señora. La misma valentía que tiene para intentar ponerse delante de mí, téngala para irse hacia atrás con dignidad. No me enrree.

La gente es muy enrreas. La gente inventa mucho. Los que se ponen malos al día siguiente de haber salido a cenar con los colegas son mis preferidos. “No, si no bebí apenas, pero me dio frío y me he levantado con fiebre”. Ya. Con fiebre. La fiebre del sábado noche es la que te ha dado. Te has resfriado de los hielos del Larios Cola. “Algo comimos que no estaba bueno. Estamos todos malos”. Ya. Karaokitis, es lo que os dio. Que acabasteis cantando ‘Mi Gran Noche’ de Raphael a las cuatro de la mañana en un tugurio y brindando con chupitos de tequila rosa. Que tienes cuarenta años. Que lo tuyo ya no son resacas, lo tuyo ya son convalecencias.

Tener niños es muy exigente, pero tiene su parte buena. Puedes deshacer planes a última hora. “Perdona, no voy a poder ir, se ha puesto Martincito con fiebre y ha vomitado”. Qué dices ante eso para no parecer un desalmado. Pues nada. “Que se mejore Martincito”, y te pones el pijama otra vez y piensas: Es la última vez que hago planes con un padre de familia. No hay cosa más poco seria que un colega que ha sido padre por primera vez. Menos fiable que tu madre diciéndote “ven aquí que no te voy a pegar”.

Queridos oyentes, no inventéis excusas. Decid siempre la verdad. Decid: “No entregué el trabajo porque salí a tomarme una caña a Casa Julián y me recogí cuando recogieron ellos las mesas”. Y ya está. “He llegado tarde porque me quedaba media horita de un capítulo de ‘The Last of Us’”. Ahí. Con entereza. Con seriedad. Somos adultos. Las excusas, ya os digo, son peores que el pecado cometido. Llega tarde, sé informal, déjame tirado… pero no me des camama. Que aquí ya nos conocemos todos.

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