‘Crónicas Perplejas’: “Los que no piden postre y se comen el tuyo merecen, directamente, cárcel”

Habla Antonio Agredano de los postres y dice que no suele comerlos porque tomar postres es de cobardes

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Asegura Antonio Agredano en sus 'Crónicas perplejas' que "tomar postres es de cobardes"

Antonio Agredano

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En esta sección de ‘Herrera en COPE’, Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente en sus ‘Crónicas Perplejas’.

Tocino de cielo. No se puede mentir más en menos palabras. Ni es tocino, ni está tan bueno. Imagínate morirte y tener que hincarle la cuchara a un postre así. Desde el pan de gambas, que ni es pan, ni tiene gambas, no se había visto una estafa parecida en la gastronomía. Tocino de cielo. El postre que más odio. Seguido, muy cerca, por el coulant, que suena mejor que sabe. Ese dulcecito insípido que ni sabe a chocolate ni sabe a bizcocho. Que está en mitad de la nada, como yo cuando acompaño a mis hijos a los cumpleaños de sus amigos del cole.

Hay dos tipos de personas. Los que no piden postre y los que no piden postre y se comen el tuyo. Estos últimos merecen, directamente, cárcel. Hay quien se come una naranja, que es una cosa vintage. Ese cuchillo con su mango de plástico blanco y el platito para echar las cáscaras. Pisos de setenta metros en Parque Figueroa. Mueble bar. Un servilletero hecho de punto. Cajas metálicas que, cuando se acaben las galletas, servirán de costurero. Los postres deberían ser todos así. Algo como de otra época. Gachas y natillas. Un flan en una fuente. Ese rollo. Melocotones en almíbar con un chorreón de nata.

Nunca tomo postre. Si me quedo con hambre, pido más chicharrones. Donde se ponga un papel pringosito, que se quiten los brownies. Lo mismo es una tabla de quesos con vino que un café con un arroz con leche. Arroz con leche. Es que me da cosa nada más de decirlo. Muy en contra de los postres. Lo digo claro. Si hay hambre, más vino y más picoteo. Los almuerzos sólo se acaban cuando los camareros empiezan a poner las sillas encima de las mesas y sacan la fregona. Tomar postre es de cobardes. Yogur de coco. Que huele como el gel con el que me baño. Menos postre y más salir del restaurante dando tumbos a las cinco de la tarde.

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