'Crónicas perplejas': “Para la tormenta que es la vida, ningún refugio más cálido que nuestra familia"

Habla Antonio Agredano de costumbres familiares

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Antonio Agredano y las costumbres familiares en sus 'Crónicas perplejas'

Antonio Agredano

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En esta sección de ‘Herrera en COPE’, Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente en sus "Crónicas perplejas".

Mi madre se tomaba un café con leche antes de dormir, así que durante años pensé que el café ayudaba a conciliar el sueño. Mi padre, por otra parte, se encargaba de la limpieza de mi casa, de hacer la compra y de preparar la comida. Así que siempre he pensado que es el hombre el que debe encargarse de las tareas domésticas.

Las familias son un mundo desconcertante. De niño odiaba las siestas y los platos de puchero. Tampoco soportaba que mis padres fueran cariñosos entre ellos en público. Y, por supuesto, me daba una vergüenza terrible verlos bailar. Bailar siempre ha sido algo muy familiar.

Yo, que me muevo como si a Robocop le apuntaras a clase de bachata, siempre he criticado este gusto de mi familia por el ritmo. Pero ahora de mayor pienso: ojalá no haber sido tan vergonzoso y tan intenso. Ojalá haber bailado desde pequeño, cuando mi madre se acercaba a mí en las bodas y me intentaba levantar de la silla mientras ella movía las caderas.

Me gusta que cada familia tenga sus ritos, sus manías y sus tabúes. Como en una pequeña tribu amazónica no contactada. Pienso en cómo me verán mis hijos cuando sean mayores. Qué recordarán de mí. Si valorarán que les quité el miedo a los columpios, a las alturas, a los balonazos, a los insectos grandes. Que siempre estuve ahí cuando se caían y lloraban y yo les decía: no pasa nada. Arriba. Ya está. Y poco a poco les borré las llantinas y esas pequeñas fragilidades.

O si sólo recordarán que, de vez en cuando, les pido que me tiren del dedo para ya sabéis qué broma ventosa. O piensen en su padre como ese señor que se dormía sentado viendo los informativos, con las gafas dobladas sobre la cara.

El hogar es una explosión de afectos y de recuerdos grabados en la retina. Para la tormenta que es la vida, ningún refugio más cálido y consistente que nuestra familia.

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