'Crónicas perplejas': “No se puede ser más buena gente que cuando tenemos un coche de la Guardia Civil detrás"

Habla Antonio Agredano de los controles policiales, de los policías y de los guardias civiles, y de cómo actuamos cuando notamos su presencia junto a nosotros

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El homenaje de Antonio Agredano a la Policía y Guardia Civil

Antonio Agredano

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En esta sección de ‘Herrera en COPE’, Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente en sus "Crónicas perplejas".

No se puede ser más buena gente que cuando uno tiene un coche de la Guardia Civil detrás. Nos ponemos erguidos, ponemos las dos manos perfectamente alineadas en el volante, nos ceñimos escrupulosamente a las señales y a los límites de velocidad, usamos los intermitentes como si no hubiera mañana, incluso sonreímos tímidamente como diciendo: no hay un hombre más salao y más inocente que yo.

Pero luego, cuando desaparecen del espejo retrovisor, cuando se desvían, volvemos a nuestras prisas, volvemos a pisarle, volvemos a pegarnos al culo del que tenemos delante para adelantar, a poner mala cara, a apoyar el codo en la ventanilla.

Para ser malos valemos todos, pero ser buenos exige cierto esfuerzo. Evitar que las rutinas y sus urgencias nos conviertan en seres irritables y egoístas requiere una paciencia que no todos trabajan.

También los policías y los guardias civiles tienen días malos, no os creáis. También tienen ganas de volver a casa, de ver a sus hijos; también tienen jefes achicharrantes y también pasan malas noches. También su cotidianidad es dura y su sueldo es el que es y, aun así, ahí están, protegiéndonos, vigilando, cuidando.

Para hacer las cosas correctamente no hace falta que nos anden riñendo todo el rato. Cuando uno es adulto no debería comportarse como un niño. Una sociedad no es una guardería, aunque a veces lo parezca.

Hoy me he traído la Vespa. Juro que intento predicar con el ejemplo. Me paro en los pasos de cebra, voy despacito y apenas discuto con los repartidores que van en furgoneta.

Vamos a hacer las cosas bien, que ya tenemos una edad. Y no es solo cuestión de que te multen o no te multen, sino de llegar a casa con la conciencia limpia y el cuerpo indemne.

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