'Crónicas perplejas': “Que los afectos siempre valgan más que las cosas materiales”

Habla Antonio Agredano de dinero y de ahorros

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Antonio Agredano

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En esta sección de ‘Herrera en COPE’, Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente en sus "Crónicas perplejas".

Cuando era niño, en mi casa estaba prohibido hablar de dinero en la mesa. Nunca tuve una hucha. Nunca pensé en ahorrar. Si necesitaba algo, se lo pedía a mis padres. Si podía ser, bien. Y si no, pues me quedaba con las ganas.

Siempre me dieron cierto repelús los billetes, pero no me vino bien en la vida el poco apego a la pasta. Siempre he negociado mal. He escrito gratis demasiadas veces. Gasté con demasiada alegría. Invitaba a mis amigos. Ahora ellos están hipotecados, tienen buenos coches, y yo solo tengo el recuerdo de aquellas noches y el consuelo absurdo de la generosidad.

Me hice mayor y las cosas cambiaron. Tener hijos es la medicina perfecta para cualquier resfriado de juventud. Por ellos guardo y miro por las cosas y pongo precio a mi trabajo. Por ellos aún no me he comprado la moto que quiero, y tiro con la tele que tengo, y ya sólo compro libros cuando me he leído los que tengo en la mesita.

Yo siempre quise tener un bajo eléctrico Fender Precision. Lo deseé toda mi vida. Veía conciertos de grupos y decía: como ese será mi bajo. Y ahora que puedo comprármelo, y ahora que podría ir mañana a la tienda y decir: deme ese. Ya no toco el bajo, ni tengo tiempo para meterme en un grupo, ni enchufo mi amplificador desde hace un año.

Eso es el dinero. Un visitante inesperado. Que no llega cuando se le espera y que aparece cuando ya ha anochecido. Y está bien así.

Porque si algo he aprendido con el tiempo es que lo verdaderamente importante está al margen de los mercados. Un amor que echa raíces en nuestros días, las buenas noticias del médico o el abrazo de los niños a la salida del cole.

Ese es mi único capricho: encontrar felicidad en lo sencillo. No llorar por lo que no pude tener. Y que los afectos siempre valgan más que las cosas materiales.

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