'Crónicas perplejas': “La ropa antigua es una baliza de los años vividos”
Habla Antonio Agredano de las prendas de ropa que guardamos con especial cariño porque nos evocan recuerdos
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En esta sección de ‘Herrera en COPE’, Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente en sus "Crónicas perplejas".
Todo mi armario se basa en una sola idea: la esperanza de adelgazar. A veces saco unos viejos Levi's que tengo, los miro… los miro con la extrañeza y la fascinación con la que los primates miraban el monolito en '2001: Una odisea del espacio'. Y pienso: yo cupe aquí. Este botón podía aprovecharse, no hace tanto. Y esta cremallera subía hasta arriba. No hace tanto.
Camisetas que me quedan como le queda el pellejo al salchichón. Chaquetas al borde del desgarro. Camisas con abotonaduras exigidas. Calzoncillos cuya gomilla se enrolla hacia abajo. El tiempo pasa para todos. Pero queda la ilusión de volver a ese cuerpo, a esos días, a esas prendas que hoy palidecen escondidas en un altillo. Esperando una nueva oportunidad que, por lo que sea, por el vino y el queso quizá, no termina de llegar.
Pero me gusta conservar las prendas como se conservan en los museos las joyas que jamás nadie volverá a lucir. “Quien guarda, halla”, decía la abuela de una amiga. Ese improvisado tesoro de tela nos recuerda quienes fuimos. Lo horteras o excesivos que fuimos. La ropa antigua es una baliza de los años vividos.
A veces la memoria necesita algo a lo que agarrarse. Una vieja camiseta del Córdoba, un bañador que me recuerda al mejor verano de mi vida, o la chaqueta que llevaba puesta el día que la conocí.
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