El cónclave para elegir un nuevo Papa más largo de la historia: "Privaron de comida y agua a los cardenales"
Ocurrió entre 1268 y 1271: dos años, cinco meses y trece días, por la gran división entre los cardenales
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Entre 1268 y 1271, la Iglesia vivió uno de los episodios más insólitos y prolongados de su historia: un cónclave que duró más de dos años. Concretamente, dos años, cinco meses y trece días. Así lo ha recordado la historiadora Ana Velasco en una conversación con Alberto Herrera en el programa Herrera en COPE, en plena cobertura desde Roma tras el fallecimiento del Papa Francisco.
No se trató de un retraso logístico ni de un problema técnico. Lo que ocurrió en aquel cónclave fue una manifestación cruda de la división interna del Colegio Cardenalicio, en una Iglesia que aún estaba profundamente marcada por las disputas políticas de la Europa medieval. Fue en la ciudad de Viterbo, no en Roma, donde se desarrolló este insólito proceso que acabó desquiciando incluso a los propios ciudadanos.
Escenas de la vida de Santa Catalina de Siena. (A la izquierda, se aparece ante los piadosos hermanos que graban sus conversaciones; Catalina ante el papa Gregorio XI en Aviñón, a quien le pide que devuelva la sede a Roma), Francesco Vanni (Siena 1563/65 - Siena 1610)
"Los ciudadanos de la ciudad estaban tan frustrados que bloquearon las puertas del cónclave, privaron de comida y agua a los cardenales hasta que eligieran a un papa", relató Velasco.
La elección de Gregorio X
Durante aquellos años del siglo XIII, los cardenales, encerrados sin consenso y divididos en bandos irreconciliables, eran incapaces de alcanzar los dos tercios necesarios para nombrar al nuevo pontífice. La sede de San Pedro estaba vacante, y con ello, también una Iglesia sin rumbo en uno de sus momentos más delicados.
Los habitantes de Viterbo, desesperados por la falta de avances y cansados del espectáculo político, decidieron actuar. Lo que hoy nos puede parecer una escena de novela o incluso de sátira medieval, fue completamente real: cerraron las puertas del palacio donde se celebraba el cónclave y empezaron a restringir la comida y el agua a los cardenales.
Este hecho extremo, lejos de ser una anécdota menor, marcó un antes y un después en la historia de los cónclaves papales. El hambre y la presión terminaron por forzar un consenso. El elegido fue Teobaldo Visconti, un hombre que ni siquiera era cardenal en aquel momento, y que acabaría siendo proclamado como Papa Gregorio X.
Cuatro estudios pictóricos masculinos. (De izquierda a derecha: el papa Gregorio Magno, san Jerónimo, un hombre barbudo de frente y un joven), Giuseppe Cesari, llamado Cavaliere d' Arpino (Arpino, 1568-1640, Roma).
Su pontificado, aunque breve, fue decisivo. Gregorio X convocó el Concilio de Lyon en 1274 y puso orden en el procedimiento de elección papal. A partir de entonces, los papas comenzaron a legislar sobre cómo debían celebrarse los cónclaves, estableciendo normas que siguen vigentes, como el aislamiento de los cardenales o la necesidad de un voto cualificado para evitar parálisis como la de Viterbo.
Cónclaves que hicieron historia
No todos los cónclaves han sido tan largos ni tan dramáticos. Algunos se resolvieron en apenas horas o días, como el que eligió a Juan Pablo I, cuyo pontificado duró solo 33 días. Otros, como el que escogió a Urbano VII, pasaron a la historia por la brevedad del pontificado: apenas 13 días, el más corto de la historia.
Pero el de 1268-1271 ha quedado como símbolo de los tiempos más convulsos de la Iglesia, en los que el papado era tanto poder espiritual como autoridad política. En palabras de Velasco, "los papas del Medievo eran también soberanos temporales, y las luchas por el control del trono de Pedro implicaban no solo a la Iglesia, sino a reinos enteros, como Francia o el Sacro Imperio".
Hoy, con el legado humilde del papa Francisco —que ha decidido prescindir del catafalco, el báculo papal y ha optado por un enterramiento más sencillo, como explicó Velasco en COPE—, la Iglesia mira al pasado para comprender la evolución del poder pontificio y su simbología.
La historia del cónclave más largo de la historia no es solo una rareza archivada entre los siglos. Es un recordatorio de cuánto ha cambiado la Iglesia... y de cómo, en ocasiones, incluso el hambre ha sido un instrumento de reforma.