Encuentran una sociedad en la que el marido dependía de su esposa para obtener sus tierras: antes de los romanos
La historiadora Ana Velasco indaga sobre el descubrimiento en Gran Bretaña a través de un estudio de una profesora del Trinity College de Dublin, Lara Cassidy
Publicado el
3 min lectura
La historia de las sociedades antiguas ha sido tradicionalmente narrada desde una perspectiva masculina, con los hombres como figuras centrales en los relatos de poder, riqueza y liderazgo. Sin embargo, el reciente descubrimiento arqueológico que la historiadora Ana Velasco compartió con Alberto Herrera en su intervención en Herrera en COPE abre un nuevo capítulo en la comprensión del papel de la mujer en el pasado.
Según el estudio liderado por la profesora Lara Cassidy, del Trinity College de Dublín, un yacimiento en Gran Bretaña ha desvelado la existencia de una sociedad celta de la Edad de Hierro en la que las mujeres no solo desempeñaban un papel preeminente en la vida social y económica, sino que también controlaban la propiedad y las tierras. Este hallazgo desafía las viejas narrativas sobre la historia de las sociedades europeas y resalta el poder que las mujeres pudieron haber tenido en las estructuras políticas y sociales de sus tiempos.
El estudio de Cassidy, publicado en la prestigiosa revista Nature, se ha centrado en un cementerio de Dorset, en el sur de Inglaterra, en el que se han encontrado los restos de 57 individuos de la Edad de Hierro. La sorpresa ha sido mayúscula: las tumbas mejor decoradas y con los objetos más valiosos, como espejos, vasijas y cuentas, pertenecían a mujeres. Lo que es aún más revelador es que, al reconstruir los árboles genealógicos de estos individuos, los investigadores descubrieron que la mayoría de los linajes remontaban a una única mujer que vivió siglos antes, lo que apunta a una estructura social donde la propiedad y la tierra se heredaban a través de la línea materna.
Ana Velasco, quien profundizó en este estudio en su conversación con Alberto Herrera, destacó que este patrón revela una práctica sociocultural única conocida como matrilocalidad. En lugar de seguir el modelo tradicional en el que las mujeres se trasladan a la casa de su marido tras el matrimonio, los hombres en esta sociedad dependían de la familia de su esposa para obtener tierras y sustento. Este fenómeno implica que las mujeres estaban en el centro de la red social y económica de sus comunidades, controlando no solo las propiedades, sino también las relaciones familiares y los recursos.
El poder femenino en la Edad de Hierro
Velasco subrayó que, aunque este hallazgo no implica la existencia de un matriarcado en el sentido estricto, sí revela un modelo en el que las mujeres desempeñaban un papel clave en la organización social. "Las mujeres no solo eran madres y esposas, sino que además controlaban la tierra, las propiedades y las finanzas locales. Eran las figuras que aseguraban la estabilidad económica y social de sus comunidades", explicó Velasco durante la entrevista.
Este descubrimiento es fundamental porque cuestiona las narrativas históricas que relegan a las mujeres a un segundo plano en las sociedades antiguas. La matrilocalidad, como modelo socioeconómico, sugiere que las mujeres no solo influían en las decisiones familiares, sino que también eran las responsables de la gestión de los recursos y el sustento, lo que les otorgaba una posición de poder y autonomía en sus comunidades. El hallazgo demuestra, además, que en algunas culturas pre-romanas de Europa, las mujeres pudieron haber tenido un control mucho mayor sobre sus vidas y sus propiedades de lo que tradicionalmente se ha reconocido.
Este estudio abre nuevas puertas en la comprensión de la historia antigua y ofrece una visión más rica y matizada sobre las sociedades pre-romanas. Como explicó Velasco, los avances tecnológicos en genética y arqueología están permitiendo que descubramos facetas de las civilizaciones antiguas que antes nos eran invisibles. "Este es un descubrimiento que nos invita a replantearnos todo lo que sabemos sobre el pasado", afirmó.
Este hallazgo también refuerza la idea de que, aunque los matriarcados nunca se han encontrado de forma estricta en ninguna sociedad humana, los modelos de organización social basados en la preeminencia femenina, como la matrilocalidad, podrían haber sido más comunes de lo que imaginamos. En este sentido, el estudio de Cassidy y su equipo marca un antes y un después en la historia de las mujeres en la antigüedad, un recordatorio de que el poder femenino no es un fenómeno moderno, sino que tiene raíces profundas que merecen ser reconocidas.