Una historiadora desvela un detalle tras Las Meninas por el que Velázquez "no es tan responsable" del cuadro
Al regreso de su segundo viaje a Italia pinta esta obra de arte que pasó a la historia, pero nada habría sido igual sin este gesto que señala Ana Velasco
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Al regreso de su segundo viaje a Italia, Diego Velázquez pinta una de las obras maestras de la historia del arte: Las Meninas. Esta obra, considerada una cumbre del barroco y una de las más complejas de la pintura occidental, ha sido estudiada durante siglos, pero un reciente análisis de la historiadora Ana Velasco arroja nueva luz sobre un detalle crucial: la influencia decisiva de Peter Paul Rubens en la evolución artística del pintor sevillano.
El vínculo entre ambos artistas, aunque a menudo relegado a un segundo plano, resulta esencial para comprender la genialidad que destila esta icónica obra. No solo se trata de la técnica impecable o la composición revolucionaria de Las Meninas, sino de un proceso de transformación personal y profesional que Velázquez experimentó gracias a la intervención indirecta —pero determinante— de Rubens. La historiadora explica cómo Rubens, el pintor más influyente de su época, no solo admiró el talento de Velázquez, sino que además lo orientó hacia una madurez artística que lo llevaría a firmar algunas de las obras más importantes de la historia del arte.
Rubens, el verdadero artífice en la sombra
Velázquez, aunque ya reconocido como un excelente retratista en la corte de Felipe IV, todavía no había alcanzado la maestría pictórica que destilaría en Las Meninas. Según Ana Velasco, "Velázquez es responsable del cuadro, pero igual no tan responsable como todos pensamos, porque realmente el verdadero artífice de que lo pintara fue Rubens".
Diego Velazquez (1599-1660): Las Meninas
Peter Paul Rubens no solo era el pintor más célebre de su tiempo, sino también un influyente diplomático. Llegó a España en el marco de una misión política, pero su huella fue mucho más allá de los asuntos de Estado. "Rubens era el pintor más famoso del mundo, riquísimo e influyente", explica Velasco. Su prestigio era tal que todos los artistas de la época lo miraban como un modelo a seguir. Y Velázquez, pese a su creciente fama en la corte, fue uno de ellos.
Cuando Rubens conoció a Velázquez, enseguida reconoció su enorme talento como retratista. No obstante, también identificó una carencia técnica que limitaba al sevillano: la perspectiva. "Velázquez sabía dibujar cabezas, retratos, y lo hacía de forma magistral", apunta Velasco, "pero todavía no dominaba la profundidad espacial ni el juego de planos que transforman una buena pintura en una obra maestra".
El viaje a Italia que lo cambió todo
Consciente del potencial de Velázquez, Rubens utilizó su influencia para convencer al rey Felipe IV de que financiara un primer viaje del artista a Italia. La finalidad era clara: ampliar su formación y permitirle aprender de los grandes maestros renacentistas. Esta experiencia marcó un antes y un después. "A la vuelta de su primer viaje, ya es el Velázquez que todos conocemos", asegura Ana Velasco.
Sin embargo, el proceso no terminó ahí. Años después, Velázquez realizó un segundo viaje a Italia, en el que profundizó aún más en las técnicas pictóricas y, sobre todo, en el dominio de la perspectiva. Fue tras este segundo regreso cuando pintó sus dos obras más complejas y simbólicas: Las Meninas y Las Hilanderas. Dos cuadros que van más allá de ser simples retratos: "Son una defensa de las artes liberales", explica Velasco, "un testimonio de la pintura entendida como una manifestación intelectual y no solo manual".
Las Meninas no es un retrato convencional de la familia real. De hecho, los reyes aparecen reflejados en un espejo, en segundo plano, mientras que el foco recae en la infanta Margarita y, curiosamente, en el propio Velázquez, que se autorretrata con brocha en mano. "En esa época, ser pintor era como ser zapatero", comenta Velasco, aludiendo al estatus que tenían las artes plásticas. Con este gesto, Velázquez reivindicaba su figura como artista del pensamiento, equiparable a un poeta o un filósofo.
Las Meninas de Diego Velázquez pintando dentro de la galería de arte y museo del Museo del Prado, Madrid
Sin los viajes a Italia, y sin la intervención de Rubens, este revolucionario mensaje contenido en Las Meninas probablemente no habría existido. Así, el célebre pintor flamenco, aunque desde las sombras, fue una pieza clave para que Velázquez alcanzara la inmortalidad artística y dejara una huella imborrable en la historia del arte.