Del Val: "En la "nueva normalidad", los muertos pueden ser oficiales o complementarios"

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Luis del Val

Publicado el - Actualizado

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Cuando comencé a escuchar el término “nueva normalidad”, lo achaqué a esa tentación a las adjetivaciones que tienen los políticos, sobre todo los que leen muy poco. Sin embargo, a medida que han pasado las semanas, resulta que no era un exceso sino una definición que se adecuaría a los hechos. Por ejemplo, los apóstoles de vascos y vascas, españolos y españolas, trabajadores y trabajadoras, no dicen nunca muertos y muertas, sino muertos. Hay ciudadanos y ciudadanas, empresarios y empresarias, pero los muertos son sólo muertos, según la nueva normalidad. Asimismo, los muertos pueden ser oficiales o complementarios. Los 27.000 que ha contabilizado el Gobierno son los muertos oficiales, mientras que los más de 40.000, que ha sumado el Instituto Nacional de Estadística, son complementarios. ¿En qué se diferencian? En nada. Se complementan, o sea, son más de 40.000, pero sólo 27.000 de ellos han merecido ser reconocidos por el Gobierno.

En la nueva normalidad la clasificación ideológica es automática por razones urbanas. Si vives en el barrio de Salamanca, aunque sea en un apartamento de 60 metros cuadrados, eres facha. No, de derechas, no, facha directamente. En cambio, si vives en un chalet de Galapagar y mandas en Podemos eres un luchador por la libertad. Si sales a manifestarte a la calle, en el barrio de Salamanca, porque no te gusta la gestión del Gobierno, el delegado de ese Gobierno, envía varios coches patrullas para que el centenar de personas conserven la distancia reglamentaria y lleven todos mascarillas, es decir, que se preocupa profundamente por la salud de los que ha calificado como fachas. Pero si la protesta es ante la embajada de Estados Unidos, por el asesinato de un ciudadano negro en Minnesota, aunque esté autorizada para 200 personas, y se juntan varios miles, que se quitan las mascarillas, y se arraciman en la Puerta del Sol como si fuera nochevieja en junio, entonces se permite, porque está claro que al delegado del Gobierno, sólo le preocupa la salud de los fachas, y le da igual que se contagien los demás.

En la nueva normalidad, si alguien insulta a una mujer policía, e insinúa que proporciona favores sexuales a sus compañeros de trabajo, los movimientos feministas organizan una marcha mucho mayor que las de Minnesota, pero si la persona que dice eso, añade que la madre de la policía también se dedicaba a la prostitución, y que si fuera su hija se pegaría un tiro, en la antigua normalidad, resultó condenada, pero en la nueva normalidad, ha sido nombrada secretaria de Formación del partido Unidas Podemas, lo que ha tranquilizado a las bases, porque seguro que quienes asistan a los cursos de formación sabrán cómo llamar zorra a una mujer policía, en el momento adecuado. Y es que en la nueva normalidad las feministas pueden vejar a otra mujer, de la misma manera que los antifascistas pueden empujar y darle de puñetazos a cualquiera que no lo sea, porque en la nueva normalidad el antifascismo violento se va a llevar mucho. En la nueva normalidad un expresidente de España, como Zapatero, puede decir en una entrevista que nuestro país debe aliarse con China para aislar a Estados Unidos. A Zapatero se le olvidó el detalle de que antes tendremos que salir de la OTAN. La nueva normalidad es tan sorprendente que en Valladolid están buscando a un cocodrilo.

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