Del Val: “Con este Gobierno nunca sabremos si estamos ante un terrorista, un mentiroso o un sinvergüenza”

Luis del Val pone el foco de la imagen del día de "Herrera en COPE" en la forma que tiene el Gobierno de interpretar la realidad: las dos caras de la moneda, en este caso la moneda es Otegi

"Tienes razón, Carlos, cuando a tempranas horas de la mañana nos decías que el nuevo juicio a Otegui no va influir en ningún aspecto de nuestras vidas, pero ha servido para resaltar los conocimientos filosóficos de nuestro ministro de Transportes, José Luis Ábalos. Mientras la mayor parte nos dábamos cuenta de que resultaba incómodo que un socio del Gobierno, como Otegi, volviera a ser juzgado por los Tribunales, José Luis Ábalos despejó las preocupaciones, indicando que eso pertenecía al aspecto privado de Otegi. Es decir, que hay dos Otegis distintos en un cuerpo verdadero. Está el Otegi que secuestraba a punta de pistola, y está el Otegi que se dedica a la política, como el doctor Jekyll y mister Hyde.

Ya teníamos un filósofo, Salvador Illa, dedicado a la Sanidad, y ahora hemos descubierto otro filósofo, José Luis Ábalos, dedicado al Transporte.

Como los filósofos llevan 2.500 años tratando de definir el yo, está claro que el filósofo Ábalos se inclina por las teorías de Kant, Schopenhauer y Sartre que indican que la conciencia es independiente del yo, aunque forme parte de la persona. De ahí que Ábalos esté tan tranquilo, porque sabe que el Otegi que se sentará en el banquillo tiene que ver algo físicamente con el Otegi socio del Gobierno, y estará igual de gordo, pero pertenece, como diría Hume, a un estado de conciencia.

También hay un Pedro Sánchez antes de ser presidente

Hay otra filósofo en el Gobierno, Carmen Calvo, que también distinguió la dualidad del yo, cuando explicó que las promesas hechas por Pedro Sánchez, antes de ser presidente del Gobierno, no tenían nada que ver con el Pedro Sánchez convertido en presidente. Todavía hay más: la fiscal general del Estado, Dolores Delgado, su yo actual no tiene nada que ver con su militancia socialista, con su amistad con el presidente del Gobierno y, mucho menos, con que fuera ministra de Justicia. Era otra.

Esto a un gobierno lleno de filósofos les procura tranquilidad, y pueden pactar con Otegi los presupuestos, pero a los que no somos filósofos nos desconcierta bastante, porque cuando saludemos a un político del gobierno, o a un socio suyo, nunca sabremos si estamos ante un terrorista, ante un mentiroso, ante un sinvergüenza, o ante una persona tan corriente como las que tratamos cada día".

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