Del Val: "A este desastre le llaman "nueva normalidad""

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Luis del Val

Publicado el - Actualizado

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"Comencé a escuchar el sermón de Sánchez con esa sensación de gozar de un privilegio, porque yo, un mindundi, me iba a enterar de las normas del desconfinamiento al mismo tiempo que Inés Arrimadas, Santiago Abascal o Pablo Casado. Luego, a medida que pasaban los minutos, y resulta que el plan va a ser como la tripa del tío Jorge, que se estira y se encoge, comencé a aburrirme como si estuviera viendo una película de Antonioni. Yo aguantaba las películas de Antonioni porque te convertían en progre. Las nuevas generaciones no han conocido las películas de Antonioni, pero por hacerse una idea eran a las películas de Spielberg lo que una carrera de sacos es a una carrera de fórmula uno. A estas alturas, cuando ya he descubierto que ser progre y tonto contemporáneo no es incompatible, reconocí que me aburría, y rendido de tanta perífrasis, abandoné el sermón con algunos datos, como que, por ejemplo, ir a la peluquería va a ser algo así como ir la notaría, es decir, con cita previa. Pero lo que más me llamó la atención fue denominar a este desastre “nueva normalidad”. El general Franco también disponía de sus ivanes redondos y a la Dictadura se le denominaba Democracia Orgánica. Cuando a un concepto se le añade un adjetivo, pierde toda significación. Por ejemplo, el término libertad todo el mundo lo entiende, pero si le añades provisional o condicional, ya sabes que la libertad provisional y la libertad condicional no tienen nada que ver con la libertad. La normalidad es la normalidad, ahora bien, si la antecedes con el adjetivo nueva, ya te das cuenta de que la nueva normalidad se parece a la normalidad, como las películas de Antonioni se parecen a las de Spielberg.

Pero lo que más me ha preocupado, de manera egoísta, es esa manía en cargarse el artículo 14 de la Constitución donde dice que los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna. El estado de alarma, que yo sepa, no deroga este artículo 14. Entonces ¿se puede discriminar en razón de la edad? Ya se discriminó a mayores de ochenta años, negándoles respiradores y condenándoles a una muerte segura, pero es que ahora le han pillado gusto a la discriminación, y parece que pretenden que a los mayores de sesenta años nos marquen horario incluso para ir a cambiar las gafas. Vamos a ver, conjunto de expertos, sabios, ignorantes y asimilados: una persona mayor de sesenta años conserva todos los derechos que le garantiza el artículo 14. En razón del estado de alarma, podrían ser discriminados aquellos que estuvieran enfermos o pudieran contagiar. Pero si no se sabe, eso es arbitrario, dictatorial y abusivo. O sea, que como mayor de sesenta años, puedo ir a trabajar, usar el transporte público o mi coche, desplazarme por estaciones y aparcamientos, PERO.. no puedo entrar a un comercio a comprar una carcasa para un móvil, porque el gobierno me va a imponer horario. Claro que se comprende cuando escuché al señor Sánchez, hablando del problema de los niños en casa, porque las escuelas seguirán cerradas, refiriéndose a los abuelos como solución. Se llaman progresistas y tiene un concepto de la sociedad que no lo mejoraría un conservador del siglo XIX. La normalidad es nueva y el autoritarismo bastante antiguo. Lo conozco porque lo he sufrido".

Herrera en COPE

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