Del Val: "Marlaska va camino de igualar al mentiroso ministro Ábalos"
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Lamento disentir de las opiniones de mis admirados y queridos compañeros, pero creo que el ministro de Interior no debería dimitir. No porque no haya quedado claro que sea un mentiroso, sino por razones prácticas. Al menos ya sabemos que es un mentiroso. Pero si dimite puede que venga un presunto mentiroso, y nos hará perder el tiempo hasta que la presunción se convierta en evidencia. O, todavía peor, podría sustituir a nuestro mentiroso ministro de Interior una super, super, super amiga de la ministra de Igualdad -¡Jo, tía que fuerte!- que se dedicara a tomar medidas superdrásticas, no sé, todas las cabos ascendidas a comandantas -no digo cabas porque igual se piensan que hablo de bodegas- y acciones semejantes para demostrar que el heteropatriarcado está vencido, y no sé si eso no podría acabar definitivamente con la Guardia Civil. Al menos, nuestro mentiroso ministro de Interior sabe lo que es una prevaricación, pero igual viene una de estas adolescentas, que se cree que prevaricación es el periodo previo a que te salgan varices en las piernas. Además, a la pobre adolescenta que nombraran le hacían la peor faena que se le puede hacer a una feminista, porque como los ministros de Interior van siempre con escolta, nunca podría regresar a casa sola y borracha. Borracha, sí, claro, pero con escolta. Mejor que se quede el mentiroso ministro, que, además, va camino de igualar al mentiroso ministro Ábalos. Ábalos mintió al decir que no había ido a Barajas; mintió cuando dijo que no había visto a la millonaria del narcotráfico y vicepresidenta de la dictadura de Maduro, y mintió cuando confesó que la había saludado brevemente, porque estuvo una hora hablando con ella. Al mentiroso ministro de Interior le falta una acción más para igualar a Ábalos. Y es que, nervioso porque los periodistas insistían en preguntarle por sus mentiras, declaró con toda humildad aquello de “A mí de ministro no me echa nadie”.
A Marlaska le censuran tres de las cuatro asociaciones de jueces que hay en España y piden su dimisión; lo mismo los sindicatos de la Guardia Civil, las agrupaciones de suboficiales, y todas las asociaciones relacionadas con el Cuerpo. Pero como dijo la ministra de Hacienda, que también miente con las cifras del déficit, Marlaska tiene todo el apoyo del Gobierno. Así que, hoy, en sede parlamentaria, tiene la ocasión de demostrar que a soberbia no le gana Ábalos, y puede autodeclararse ministro eterno o, al menos, tan duradero como la muralla China. Sería el segundo prodigio que podría suceder hoy en el Congreso de los Diputados, porque el primero, sin duda, es contemplar cómo Ciudadanos, por alejarse de lo que votan Vox y el PP, votará con el club de fans de los asesinos de ETA y con los golpistas que ya han pedido la mesa de negociación para tratar de volver a dar otro golpe de Estado. Por rechazo a ellos nació Ciudadanos, en Cataluña, por la valentía de Ciudadanos, y, ahora, van del brazo en las votaciones. Ciudadanos ha cambiado tanto como ese magnífico y prestigioso juez, que se jugaba la vida en el País Vasco, y hoy miente y presiona a esos guardias civiles que también se la jugaron por defenderle. ¡Qué pena que méritos tan hermosos se arrojen por el sumidero!