Del Val:"A los secesionistas catalanes, como buenos masoquistas, les molesta mucho que les intenten complacer"

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Los miércoles, en el Congreso de los Diputados, suele tener lugar una sesión de sado-masoquismo protagonizada por aventajados alumnos del marques de Sade y de Leopoldo von Sacher-Masoch.

Los masoquista por excelencia son los nacionalistas, que son de mucho sufrir y, cuando no sufren, claman para que llegue el dolor. El gran sádico, por otro lado, es el presidente del Gobierno que, ayer, demostró la jugada maestra que ha llevado a cabo con los indultos. A los secesionistas catalanes, como buenos masoquistas, les molesta mucho que les intenten complacer, y, lógicamente, han reaccionado ante la salida a la calle de los indultados con enfado. A ellos lo que les gusta es sufrir, o presumir de que sufren mucho. Por eso se han inventado la pérdida de una nación que nunca existió, que son perseguidos, que les acorralan, que les roban, cuando son ellos los que gobiernan en el territorio, y persiguen y acosan a quienes no piensan como ellos, y malversan el dinero público como ha demostrado el Tribunal de Cuentas. Pero el gran sádico Pedro Sánchez no sólo ha molestado a los nacionalistas, sino al resto de la oposición, con lo que, ayer, disfrutó una barbaridad haciendo sufrir a unos por negarles el castigo y a los otros por aplicárselo, sin ser masoquistas. Hombre, les hizo una concesión cuando declaró lo de “Nunca, jamás” respecto al referendum, que eso a un nacionalista le hace sufrir mucho y, por tanto, le causa placer, pero mostraron su desconfianza, no sea que resulte una de las categóricas afirmaciones de Pedro Sánchez tras las que, luego, hace todo lo contrario, y van ya unas cuantas. Fue entonces cuando me acordé del conde de Romanones, tan cacique como preparado intelectualmente, al que le preguntaron por una medida que se iba a tomar y respondió con gran firmeza: “Nunca, jamás... al menos, de momento”.

Al menos, de momento, el referendum es imposible, no porque se vaya a oponer Sánchez, sino porque necesitaría que tres de cada cinco diputados estuviera a favor de cambiar el artículo de la Constitución que prohíbe los referendums territoriales. Y eso es lo que más le gusta al buen nacionalista, porque le garantiza el sufrimiento y la melancolía de ese invento, tan placentero para él como cansino y agotador para los demás.