Luis del Val: "El presidente del Gobierno padece lo que los profesionales denominan pseudología fantástica”
Madrid - Publicado el - Actualizado
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En la página 4, del diario ABC, el caricaturista Puebla nos muestra a Pinocho, con la nariz crecida a base de mentiras, inclinarse respetuoso al paso de Pedro Sánchez, llamándole “maestro”. Y, en la siguiente página, en la 5, el dibujante Nieto, en su sección “fe de ratas”, soliloquia una de ellas: “Cuando los políticos dicen “Nunca, jamás”, siempre me pregunto si se refieren a nunca jamás por la mañana o a nunca jamás por la tarde”.
Y poco más puedo añadir. Quizás indicarle a la COPE que lo que me vayan a pagar por este comentario se lo hagan llegar a Puebla y a Nieto.
Y es que, no habían pasado 24 horas, tras enfatizar con prosopopeya imperial que “nunca jamás” habría un referéndum en Cataluña, y ya estaba con la cesta de las chuches abiertas ofreciendo una consulta. El presidente del Gobierno no es que mienta de manera persistente y constante, sino que padece lo que los profesionales denominan “pseudología fantástica”, también conocida como mentira patológica. Me imagino que el día de su boda diría que no, que no quería unirse en matrimonio, pero lo diría en voz baja, porque si hubiera dicho que sí, padeciendo de pseudología fantástica, ya se habría divorciado.
Ha logrado destrozar al PSOE, y ahora va con España. Lo del PSOE no me gusta, porque tengo allí amigos, y en una democracia es necesario un partido de izquierdas constitucionalista, como hasta ahora lo ha sido. Y lo de destrozar España me molesta mucho más, porque no es que tenga amigos en España, es que tengo en España a casi toda mi familia y a casi todos mis amigos.
Dentro de poco el señor “Nunca Jamás”, Pinocho I de España, nos hablará de una encuesta. Nada de referéndums, ni consultas, ni asambleas por barrios, sino una encuesta. El gran Tezanos, ese ejemplo de imparcialidad, que ha dejado la sociometría a la misma altura que está quedando el PSOE, hará una encuesta, pero nada por sectores, sino una encuesta al ciento por ciento de la población, con urnas, con el censo y con interventores en las mesas. Mesas encuestadoras ¿eh? En-cues-ta-do-ras, no confundirse con mesas electorales, que eso sería otra cosa y está prohibido. Eso nunca, jamás, como dice el enfermo.