Del Val: "La capacidad de Pedro El Mentiroso para llegar a la verdad es tortuosa como un secuestro"

Estoy convencido, Carlos, que recordarás el principio de la novela: “Alguien debió de haber calumniado a Josef K., porque sin haber hecho nada malo, una mañana fue detenido”. Y, ayer, cuando estabas hablando con Santiago Sánchez Cogedor, y él rememoraba su detención en Irán, también sin haber hecho nada malo, lo asocié a la novela de Kafka, “El proceso”, que se publicó un año después de su muerte, gracias a que su gran amigo no quemó su obra, tal como Franz Kafka le había pedido.

Que te secuestren sin saber por qué, que te encierren en un estrecho recinto, que sospeches que pueden matarte, que te envuelva la desesperación de no saber si hay salida a esa tortura, es un martirio lleno de crueldad, de un sadismo sin piedad, que se alarga en el tiempo, y que es más terrible, cuanto más se prolonga. Esa experiencia es la que han sufrido los secuestrados de ETA, algunos con un final menos feliz del que afortunadamente ha tenido el secuestro de Santiago Sánchez, porque cuando los sacaban del zulo, era para llevarles a un espacio exterior, donde los mataban, como hicieron con Miguel Ángel Blanco, y otra docena más.

Que haya alguien que crea que esa iniquidad, ese suplicio al que se va a someter a una persona inocente, es el medio para conseguir, por ejemplo, la felicidad de los vascos, es tener la mente de un malvado, de un loco, o de las dos cosas a la vez. Menos mal que el final de Santiago Sánchez ha sido la libertad, y no le ha sucedido como al protagonista de “El proceso”, que incluso llega a pensar que quizás habrá hecho algo para merecer el castigo.

Te doy las gracias, Carlos, a ti, y a Santiago, porque en vuestra conversación se aclara el sentido de lo kafkiano que aplicamos, a veces, con frivolidad. Y doy también las gracias a Pedro I El Mentiroso, que ha declarado que un partido político, dirigido por alguien que se dedicó a la tortura que ha sufrido Santiago Sánchez, es un partido progresista. A partir de ahora, cuando escuche la palabra “progresista”sentiré el mismo rechazo y aversión que la que pueda sentir Santiago ante la palabra encierro o secuestro.

La capacidad de Pedro I El Mentiroso, para llegar a la verdad es tortuosa como un secuestro, pero tan eficaz como la lejía para quitar la porquería.

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