Del Val: "Espero que Pedro I El Mentiroso no vaya a la reunión de Davos en bicicleta, igual se nos mata"
Explica el profesor que "acostumbrado a las escalerillas del Falcon, lo mismo se cree que el pedal de la bicicleta es un peldaño del avión y se nos cae como un Biden cualquiera"
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Debo confesar que esta mañana me siento confuso, en medio de una rara mezcla de alegrías y tristeza, ese matrimonio imposible. Por un lado noto la esperanza de comprobar que el gobierno de Pedro I, el Mentiroso, se ha dado cuenta de la necesidad de suprimir gastos, y, por otro, la desoladora sensación de lo mal que debe estar la situación económica, cuando la vicepresidente del Gobierno se desplaza en taxi por Madrid.
No tengo recuerdo de ningún vicepresidente, de ninguna vicepresidente del Gobierno -Gobierno de España, como dicen las cuñas publicitarias- que se desplazara en taxi por Madrid.
El único alto cargo que, siendo presidente de la Comunidad de Madrid, iba hasta la puerta del Sol, en metro, fue Joaquín Leguina. El único. Y no iba, solo, claro, sino con el escolta, de obligado cumplimiento por razones de seguridad. Enterarme, ahora, de que el recorte de gastos ha sido de tal calibre, que la vicepresidente del Gobierno, la comunista doña Yolanda Díaz, toma un taxi con su escolta, es darme de bruces con la terrible realidad de nuestra maltrecha economía.
"¡Qué dura es la vida de la comunista doña Yolanda Díaz!"
Espero que el presidente del Gobierno, Pedro I, El Mentiroso, no vaya a la reunión de Davos, en taxi o en una bicicleta alquilada, que igual se nos mata, porque acostumbrado a las escalerillas del Falcon, lo mismo se cree que el pedal de la bicicleta es un peldaño del avión y se nos cae como un Biden cualquiera. ¡Qué dura es la vida de la comunista doña Yolanda Díaz! Ya sabíamos que se mataba a planchar en su casa y, ahora, encima, sin coche oficial, y el escolta parando taxis, eso sí, con la tranquilidad de saber que todos los taxistas de Madrid, adoran a la comunista doña Yolanda Díaz y aborrecen a las chicas de Podemos, Podemas, Podemes, o como se diga.
Menos mal que sigue el cuento. No se crean lo de colorín colorado, este cuento se ha acabado, porque los valientes independentistas, capitaneados por un cobarde prófugo, llevan viviendo del cuento desde la malversación de aquella Banca Catalana de Jordi Pujol, en 1982.
Pasarán a la historia por ser los únicos que llevan un territorio a la independencia, sin una baja, y cobrando sustanciosos sueldos de quienes dicen que les oprimen. La vicepresidente del Gobierno viaja en taxi. Sigue el cuento. Y no se ha acabado.