Luis del Val: “La acción es que se suben los impuestos, crujiendo a las clases medias y empobreciendo el país”
Y la consecuencia es que la inversión huye de los países que se dedican con entusiasmo a fabricar pobres para luego administrar las limosnas
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La fotografía con la que cada mañana Luis del Val nos enmarca la realidad de lo que vivimos cada día en ‘Herrera en COPE’
Confío en que el Gobierno, cuando decida que los niños tienen los mismos derechos que los perros, no caiga en la tentación de establecer turnos, carnets, pases y certificados, que en Navidades todavía no habrán llegado, como no han llegado las mascarillas a las farmacias.
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Y eso no se arregla echándole la culpa al señor Casado, si exige algunas condiciones para ese pacto recomendable, pero confuso y difuso hasta el minuto presente, porque no la tiene. Tendrá parte de la responsabilidad, cuando llegue ese horizonte catastrófico del aumento del paro hasta cerca de los cinco millones de personas, y si ha rechazado propuestas razonables. Porque algunas propuestas razonables se deberían poner encima de la mesa para que las conociéramos todos, cosa que sería lógica en un Gobierno que dice que ama la Transparencia, aunque resulta que hace unos días cerró el Portal de Transparencia y para lograr un dato hay que someterse a un proceso burocrático que es mucho más fácil conseguir un visado de entrada a Corea del Norte.
PACTO DE MONCLOA
En primer lugar, para firmar ese pacto, tanto Ciudadanos como el Partido Popular deberían exigir que, al minuto siguiente, en lugar de aunar todos los esfuerzos en erradicar la presencia del virus y en evitar la ruina que nos amenaza, comiencen a perder el tiempo, mareando la perdiz de la mesa de la negociación separatista, como ya está el inhabilitado, el criado del Prófugo, exigiendo su rápida puesta en marcha, cuando los ciudadanos catalanes siguen muriendo. Sería un sarcasmo patético llegar a un pacto para poder levantarnos cuanto antes de la crisis, que ya está aquí, y contemplar, desde la ruina, cómo se reúnen los asalariados del procés, a los que no les va a afectar el paro. Ya hemos sufrido a un ministro de Sanidad puesto en el Gobierno para hacer un guiño al Inhabilitado y al presidiario, diciéndoles: “Fíjate, que siento en el Consejo de Ministros a un tipo nada sospechoso de ser enemigo del secesionismo”.
¿PRESUPUESTOS PACTADOS?
Naturalmente, esto molestaría a los nacionalistas, incluido el PNV, con lo cual es muy probable que Pedro, que es pedrista con entusiasmo, piense que más vale malo conocido que bueno por conocer, aunque aquí la verdad es que ya nos conocemos todos. En lo que sí podría poner de acuerdo al PNV y al PP es en unos presupuestos pactados. Pero ahí se le caería el vicepresidente de Unidos Podemos o Unidas Podemas, porque ya ha repetido ese mantra al que recurren los salvapatrias que creen que la Economía es una ensoñación: que el que más tenga, más pague. En todos los países democráticos del mundo ya paga más el que más tiene. Lo que ocurre es que, tras la tontería contemporánea, hay una consecuencia y una acción. La acción es que se suben los impuestos, crujiendo a las clases medias y empobreciendo el país, y la consecuencia es que la inversión huye de los países que se dedican con entusiasmo a fabricar pobres para luego administrar las limosnas. Es decir, que lo que podría pasar por alto Unidos Podemos o Unidas Podemas, que es la mesa de marear la perdiz, no lo admitirán los nacionalistas; y en lo que estarían de acuerdo los nacionalistas y el PP, no lo admite Pablo Iglesias. Pues ese es el panorama de los acuerdos, en vísperas de que los niños puedan aspirar a tener los mismos privilegios que los perros.