Luis del Val: "En algunos despachos se dedican a urdir un procedimiento que rebaje la cifra de fallecidos"

El colaborador de Herrera se muestra crítico con los informes oficiales que detallan el número de muertos por coronavirus

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Luis del Val: "En algunos despachos se dedican a urdir un procedimiento que rebaje la cifra de fallecidos"

Redacción Herrera en COPE

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Si en estos momentos, tan dolorosos como trágicos, resulta que hay un grupo de personas, cuyo sueldo pagamos con nuestros impuestos, dedicadas -no a salvar vidas, no a intentar contener la pandemia- sino entregadas a urdir procedimientos que rebajen el número de muertos,  es algo así como si en un buque, en lucha contra el naufragio, un grupo del puente de mando se dedicara, no a distribuir mejor los botes salvavidas, no a evitar que aumentara el número de víctimas, sino a urdir un procedimiento de conteo que rebajara la suma de víctimas perdidas en el mar.

Y eso es lo que podemos comprobar, con tanta tristeza como indignación. Mientras los centenares de familiares de los fallecidos, tienen que aguardar a que les atiendan por teléfono, y les informen en qué palacio de hielo, en qué garaje abandonado o almacén convertido en morgue, se encuentra el ataúd del padre, del hijo, de la hermana, de la esposa, del marido del que no se pudieron despedir, en algunos despachos se dedican a urdir un  procedimiento de suma de cadáveres que rebaje la cifra de fallecidos por el coronavirus, como si con eso se lograra que los muertos que no se han  contado volvieran a la vida el próximo domingo, que Domingo de Resurrección. ¿Cabe un deterioro de la ética, una indecencia mayor?

Si a su familiar no le hicieron el test que demostrara que padecía el coronavirus, o no lo diagnosticó un médico, o no lo demostró la autopsia, no murió de coronavirus. Perfecto. Nada que objetar. Lo que ocurre, mis queridos indecentes, es que hoy, en España, no se hacen autopsias, porque no darían abasto, con lo que nos hemos convertido en el paraíso de los envenenadores. Lo que ocurre, mis ingeniosos inmorales, es que no hay tests para diagnostico previo, y los médicos llevan en sí tal carga que no tienen tiempo ni para escribir las causas en el parte de defunción.  

Desde hace varios años, cada día, en España, mueren unas 1.160 personas. Y con esos poco más de mil cadáveres, ni se atoran los tanatorios, ni se desbordan las empresas fúnebres, ni hay que apilar ataúdes como si fueran sacos de patatas o cajas de naranjas en un almacén, ni propone nadie que se abran fosas comunes para albergar a los muertos. Es decir, que todos los días del año, fallecen casi 1200 personas, y hay sitio en los tanatorios, y la gente se despide de sus deudos y los cementerios llevan a cabo su labor con toda normalidad. ¿De verdad nos debemos creer que este inmenso desbarajuste mortuorio, este gran desastre fúnebre, es debido a que en lugar de 1160 personas al día hemos pasado a 1800 o 1900? ¿Alguien se lo puede creer?

En alguna secretaría de Estado dedicada a la manipulación y la propaganda, se les ocurrió esta obscenidad de mentir en el número de muertos, acostumbrados a que todo les salga redondo. Pero no todo es redondo. Lo que indigna, lo que subleva, es que mientras miles y miles de personas dan ejemplo de entrega, y ese personal sanitario después de doce horas de trabajo, regresa a su casa con miedo de que pueda contagiar a los suyos, junto a algo tan admirable, subleva que les paguemos el sueldo a los profesionales de la manipulación, algo que, a mí, personalmente, me revuelve hasta las tripas del alma.

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