Luis del Val: "Deberíamos instaurar los premios “Más pesado que una vaca en brazos”"

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"Deberíamos instaurar los premios “Más pesado que una vaca en brazos”"

Luis del Val

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Este fin de semana, en las afueras del bello pueblo pirenaico de Sallent de Gállego, me tropecé con una vaca. Enorme. Hacía tiempo que no me encontraba cara a hocico con una vaca, y me acordé del dicho popular que dice más pesado que una vaca en brazos. Cierto. Y en estos tiempos en que se dan premios por casi todo, deberíamos instaurar los premios nacionales e internacionales “Más pesado que una vaca en brazos”.

El premio Internacional “Más pesado que una vaca en brazos” debería ser para Boris Johnson, el primo pobre de Donald Trump, que se pasó varias semanas asegurando que mañana, 31 de octubre, Reino Unido saldría de la Unión Europea, con o sin acuerdo, a no ser que el aplazamiento se produjera por encima de su cadáver. Ignoro lo que sucederá mañana, pero no parece que quiera morirse, porque se va a presentar a las elecciones del 12 de diciembre y no se conoce el caso de un muerto que haya intervenido en una campaña electoral. Bueno, aquí lo ha logrado Pedro Sánchez con Franco, pero es que Pedro Sánchez se sale, incluso en las encuestas.

El premio nacional de España “Más pesado que una vaca en brazos” tendría que recaer, por los indudables méritos contraídos, en don Joaquín Torra, haciéndolo extensivo a sus colegas de pesadez vacuna, que según acertado criterio de Antonio Naranjo hablan igual que peroran las gentes que pertenecen a alguna secta. Ayer, por ejemplo, escuché a una ciudadana que entrevistó Herrera perteneciente a la secta y era algo así como oír los razonamientos metafísicos de Caperucita Roja de la Iglesia de la Cienciología, pasada por Tarrasa. Me encantó. Casi tanto como los rectores de las universidades protagonizando la gran bajada de pantalones, bueno de pantalones y faldas, no nos vayan a acusar de machistas. No, no, a la hora de protagonizar la ignominia, se comportan con la misma abyección, con idéntico servilismo, tanto los rectores, como las rectores. Eso de ponerse a dialogar con encapuchados, no se veía ni en el Ku-Klux-Klan, porque esos incendian y no dialogan. La secta se ha apoderado también de la universidad, que siempre fue lo contrario a las sectas, excepto en la abandonada Cataluña -abandonada también en el aspecto educativo- porque según escuché a Cayetana Alvarez de Toledo, en el club siglo XXI, antes de ayer, la Alta Inspección Educativa no está compuesta por decenas y decenas de inspectores, sino por una persona. Una sola persona para toda la autonomía catalana.

Agradeciendo esta invitación al totalitarismo desaforado, el próximo objetivo van a ser los institutos, porque el totalitarismo siempre ha sentido una atracción irresistible por los menores de edad, con objeto de amueblarles el cerebro para que formen parte de la secta. Pero lo peor está por llegar. Lo malo no es que el peronismo haya vuelto a Argentina para arruinarla un poco más, o que Donald Trump esté al mando del botón nuclear, o que su primo pobre gobierne en el Reino Unido. Lo malo es que, como no les hemos dado una vaca a los de la secta para que la sostengan en brazos, esto seguirá igual, y Sánchez ganará las elecciones, pero tendrá que volver a arrodillarse ante los de la secta para mendigar la investidura. Y llegará un momento es que la vaca no va a dar más de sí. 

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