Luis del Val: "La detección de espías rusos en Cataluña es lógica"

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La imagen de Luis del Val del viernes 22/11/2019

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Los espías siempre están ahí. Lo que sucede es que sólo hablamos de ellos, cuando se les detecta, pero ese simpático agregado cultural de la embajada puede ser un espía, y ese circunspecto importador y exportador, que no termina de hablar bien el idioma, también. 

Y los espías no son sólo rusos. Los hay estadounidenses. Y españoles, no se vayan a creer que los miembros del Centro Nacional de Inteligencia se pasan la vida, en la carretera de La Coruña, sentados delante de un ordenador. Van a congresos, viajan, y logran información. Lo que ocurre es que los rusos tienen como presidente del Gobierno a un espía, que no ha dejado de ejercer, y que es un experto. Prueba de ello es que los rivales de Putin no se mueren de muerte natural. O los envenenan, o les ponen una almohadilla radioactiva en el sillón del despacho, o les pegan un tiro, o desaparecen, o los encarcelan para que no puedan presentarse a las elecciones. En cuanto rivalizas con Putin, comienzas a tener mala suerte. 

La detección de espías rusos en Cataluña es lógica, porque todo aquello que pueda desestabilizar a la Unión Europea favorece a Putin. Digo a Putin y no a Rusia, porque Putin es un gobernante obsesionado con retener el poder, y no creo que a ningún español le sorprenda que haya políticos convencidos de que retener el poder y mandar ellos es lo mejor que le puede suceder a su país.  

Hay pruebas de que el Brexit está azuzado por el espionaje ruso, como hay pruebas de que el ataque a Hillary Clinton estaba motivado porque Putin sabía, y tenía información, de que con el boquirroto de Donald Trump le iría mejor que con doña Hilaria. Y cualquier día se sabrá que el avance de la extrema derecha en Polonia, y en otros países, antaño bajo la influencia rusa, está impulsado sabiamente por el espionaje ruso. 

Esta mañana, un poco después de las siete se preguntaba Carlos Herrera que quién mecía la cuna de las revueltas en Hispanoamérica. Y él sabe la respuesta. Tras el fracaso de la República bolivariana, y de la maquillada dictadura de Evo Morales, y el incesante declinar de Cuba, hay que armar jaleo para evitar que las democracias capitalistas salgan a flote. La mano es la misma que ayuda a agitar la revuelta en Cataluña, a pesar de que ya tienen a Pablo Iglesias, que fracasó en apuntalar el régimen venezolano, pero puede tener éxito con los secesionistas. Los espías rusos lo tienen fácil en Cataluña, porque se van a encontrar con colaboraciones inesperadas. Por ejemplo, ayer, Carmen Calvo, vicepresidenta en funciones       -en funciones de repetir- convirtió al rancio y totalitario carlismo del siglo XXI, que se ejerce en Cataluña, en un movimiento progresista. ¿Y me preguntas qué es progresismo? Cobrar el 3% en las obras públicas, considerarse superior al resto de los españoles, perseguir y discriminar a los que no piensen como ellos, denunciar a los niños que hablen español en el recreo, o perseguir a esos guardias civiles que, cuando hay unas inundaciones se han jugado la vida por salvar la de los demás, sin preguntarles lo que pensaban. Eso es progresismo. Teniendo a doña Carmen y a don Pablo ¿para qué quiere Rusia enviar más espías?

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