Luis del Val: "Donde el investido pone el nombramiento pudre la mejor y más limpia biografía"

El profesor reflexiona sobre los nuevos ministros que va a nombrar Pedro Sánchez en la nueva legislatura

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Luis del Val

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“Abuelito ¿Y si te nombran ministro tendrás que mentir todos los días?” Me lo ha contado el amigo de un amigo, y, por tanto, ignoro si es cierto, pero lo que sí es auténtico es el miedo que albergan un puñado de españoles ante esa temida llamada que dice: “Un momento, le va a hablar el presidente del Gobierno”.

Y, a continuación, se oye la voz de Pedro I, El Mentiroso, proponiéndole al señalado un ministerio. ¿Qué hacer? Estoy hablando de hombres y mujeres con prestigio. No se trata de coger a unas ignorantes e irresponsables, de las que sólo sabían que eran tontas contemporáneas sus novios, familias, y vecinos, hasta que, tras unos meses de ministras, nos enteráramos de que eran tontas toda España. No. Pedro I, El Mentiroso, quiere rodearse de personas de prestigio, y ya sabemos como acaba el prestigio de un ministro de Pedro I, El Mentiroso.

Ahí tienes a Marlaska que pasó, de ser un juez respetado, y con escolta en el País Vasco por estar amenazado de muerte, a un pobre recadero que le tendrá que poner escolta a un cobarde Prófugo, si es que sigue labrando su profundo desprestigio. No se trata de nombrar ministro al mentiroso Patxi López, que se derretiría de satisfacción, o proponerle que continúe de ministra la mentirosa María Jesús Montero, campeona de saltitos entusiastas en noche electoral, sino de personas avaladas por un excelente currículo profesional, ganado por sus méritos y que, seguramente, ingresan en nómina una retribución superior al sueldo de ministro.

Imaginarse que estas personas van a terminar como Ábalos, ayudando a trasladar maletas a la vicepresidente de la dictadura venezolana por el aeropuerto, a las horas en que las personas decentes están durmiendo, es muy duro. Pensar que pueden acabar teniendo que ir, como ministros, a una inauguración a Badajoz, por ejemplo, y tener que decir que Cataluña y el País Vasco no se llevan la parte del león en las inversiones públicas es aterrador.

Y que tu hijo te diga: “Papá ¿qué les voy a decir a mis compañeros de la clínica, si eres ministro con ese tipo?” O que tu marido te diga: “Haz lo que quieras, pero antes de aceptar ser ministra recuerda lo que pensarán nuestra familia y nuestros amigos”. Porque el investido donde pone el nombramiento pudre la mejor y más limpia biografía.

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