Luis del Val, a Echenique: "Ahórrese pedir dignidad, porque no parece que sobre ni que abunde, en Moncloa"

El colaborador de 'Herrera en COPE' ha valorado las declaraciones del político de Podemos, Pablo Echenique

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Luis del Val, a Echenique: "Ahórrese pedir dignidad, porque no parece que sobre ni que abunde, en Moncloa"

Luis del Val

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Ayer, contemplé al ciudadano Echenique pedir que rodaran cabezas por dignidad. Y llevo parte de la mañana intentando dilucidar a qué dignidad se refiere. Podría ser la de Pedro I, El Mentiroso, que ha puesto a los servicios de información españoles bajo sospecha, y puede que eso restrinja que franceses o británicos o israelíes nos pasen información, y esa merma suponga que tengamos un acto terrorista en España. O podría ser la dignidad de Yolanda Díaz, la Scarlett O’Hara de la reforma laboral de Rajoy, que la ha dejado casi intacta.

Yolanda Díaz y la reforma laboral

Bueno, al antiguo contrato temporal le llama contrato fijo discontinuo, que es como si los médicos llamaran al enfermo “persona sana temporal”, y con eso estaríamos a la cabeza del mundo en Salud.

La dignidad del ministro de Consumo, del que no hay noticias de que se haya enterado de lo que cuesta el consumo de la luz, o de sus compañeros del partido que permanecen en el Gobierno, soportando con estoicismo que se apruebe lo contrario de lo que piden. O -¡quién sabe!- la dignidad del propio Echenique que contrataba empleados sin darlos de alta en la Seguridad Social.

La dignidad se ejerce

La dignidad no se compra en las farmacias con receta, ni se adquiere en el mercado negro. La dignidad es una cualidad incómoda que se ejerce y, encima, hay que ejercerla todos los días. Digo incómoda porque, en ocasiones, por estar envuelto en la sofocante capa de la dignidad, tienes que mandar a tu jefe a hacer puñetas y quedarte sin trabajo.

Y esa dignidad la paga tu familia, tus hijos, que no tiene culpa de tus manías. La dignidad conlleva saber que la soberbia y la vanidad son sus principales enemigos, y que adivinas quién no es digno, cuando observas que es prepotente con los inferiores y halagador y servil con los superiores; o cuando compruebas que el prepotente se muestra lameculos cuando pretende conseguir algún beneficio, pongamos que hablo del comportamiento del presidente de este Gobierno con el separatismo.

A mí me parece loable que el ciudadano Echenique solicite que rueden cabezas por dignidad, pero si sus compañeros prefieren protestar y, a la vez, ser cómplices, porque fuera de la nómina estatal hace mucho frío, ahórrese pedir dignidad, porque no parece que sobre ni que abunde, en Moncloa y sus alrededores.

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