Luis del Val estalla ante "la prepotencia y el insulto" de los independentistas catalanes a España
El tertuliano triunfa entre los oyentes con su imagen del día
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Los ciudadanos españoles que votan a centro o centro-derecha son de poco manifestarse. Si hay que salir a la calle se sale, pero prefieren ir a la boda de un amigo, ir de vacaciones... Pero les cuesta salir a las fiestas patronales y las manifestaciones. Me imagino que Salvador Sostres lo explicaría mejor.
No se trata de poder adquisitivo, porque cada domingo hay cinco millones de españoles que acuden a misa y no hay cinco millones de ricos en España ni aunque le encarguen la encuesta a Tezanos. En cambio, a la izquierda le gusta tanto manifestarse que ha habido manifestaciones protestando contra el Parlamento y diputados de izquierdas que han salido a la calle para protestar contra ellos mismos en una tontería contemporánea que no se entiende. Si son demócratas, protestar contra el parlamento es como si la gente protestara alrededor de una Iglesia por celebrar misas y salieran los curas a la calle sumándose a los manifestantes.
Por ello, calificar el éxito o el fracaso de una manifestación por sus aspectos cuantitativos, sería como someter lo cualitativo a la cantidad. Por ese camino, llegaríamos a la conclusión de que miles de moscas es imposible que estén equivocadas y por tanto la mierda es buena. Eso sí, es posible que un porcentaje de las personas que ayer fueron a manifestarse ni siquiera estuvieran motivadas por razones políticas o patrióticas. Más bien, una reacción ante el hartazgo de un largo desprecio sufrido a través de la grosería, la altanería, la prepotencia y el insulto al resto de los españoles cometido por los maleducados y descorteses secesionistas catalanes.
Nos han dicho y han escrito que les robamos, que somos vagos y que vivimos de su laboriosidad. Que de no ser por ellos, España estaría arruinada y ellos serían la república de Venecia del siglo XVII. Persiguen a los catalanes que no llevan lazo amarillo, les cercan comercial y laboralmente. Confeccionan a escondidas listas negras y van conformando una sociedad totalitaria, maniquea donde los buenos son ellos y los que no piensan como ellos, los salvajes a los que hay que destruir. De momento dejan de comprar sus tiendas pero si tuvieran ese poder absoluto con el que sueñan, lo suprimirían en el sentido más pistolero del término.
El secesionismo, que está destrozando Cataluña, social y económicamente, puede que tenga una sola virtud. La de unir a los españoles incluso al punto a incitar a manifestarse a quienes salir a calle significa salir a trabajar, hacer gestiones o tomar una cerveza. Pero son renuentes a manifestarse, porque de la misma manera que hay gente que es más de té que de café, ellos son más de votar con garantías que ir a manifestaciones.